Unos días estás corriendo como si fuera una tierra la que mueven tus piernas y otros días, sientes que en el agua podrías establecer tu oficina de relaciones intersociales.
En este segunda espacio, buscas que el nivel de agua no sea el de estas navidades, ni meterte detrás de una presa que suele tener el cauce sucio y haber restos de árboles caídos, o cualquier otra trampa en la que pudieras quedar atrapado.
En las carreras, casi eternas de los últimos treinta años, a veces recuerdas que hubo un tiempo donde los pasos parecían fluir entre un suelo al que no te sentías atado. Porque existió aquellos momentos, ahora sabes que puedes soportar esas durezas en los gemelos para conseguir el grato placer de seguir corriendo, que siempre fue lo que la mente te pedía. Por aquellos tiempos, vinieron estos pero no en el sentido negativo de lo que pudiera parecer una pérdida de la plenitud, sino de seguir amando esa libertad, efímera, que te da el correr, antes de volver a tantas actos que te atrapan.
"Gone, but not forgotten", pone en uno de los graffitis de Banksy. Seguir el camino, seguir la búsqueda, con la sabiduría que te dio todo lo recorrido y con la inconformidad de no creer que ya tienes un acerbo de conocimientos que te permite limitar tus riesgos porque, en algún momento, alguien te pudo decir que eso marchaba.
Descubrir que desde tu acción, dentro de lo ofrecido por los demás, puedes enriquecerte, descubrirte, corregirte, aportar ideas y animar a los demás a conocer como han cambiado desde su idea original.
Desde la improvisación, pero con los días de la exploración a través de los que te ofrecían sus conocimientos, quienes escuchaban lo que decías e incluso desde la comprensión años después de algunas de las propuestas que te hacían que en aquellos tiempos te habían producido indiferencia, desprecio o incluso, burla; pero que ahora, cuando lo has tratado de llevar tú, has descubierto la imbecibilidad a la que te lleva la ignorancia.
Y tras todo esto, intuyes que esos mundos por explorar son bellos y quisieras encontrar un tiempo para que el abismo que se te abre, por donde puedan entrar los conocimientos es cada vez, más amplio, en anchura, y más profundo, en la caída que te anuncia que no parará, pero sin embargo, el cable que has preparado para poder caminar sobre ese Gran Cañón, no del Colorado, sino de tus búsquedas, te parece que quisiera convertirse en una senda, por la que puede aparecer algo que te asuste pero que te habrá dado la suficiente base para que pares, respiras y sigas, mirando a la otra orilla, en la que no aciertas a ver más que algunos episodios de algunos dioses, como los Sergei Polunin que como en tus años de carreras, no te paralizan por encontrarlos ideales, sino que te impulsan para querer ser tu mismo y quitar las barras que un día te dieron seguridad pero que ahora te piden, que las recuerdes pero arriesgues.
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