Va Arnold, que parecía perdido para la causa después de habernos salvado de desastres durante decenas de años, y se hace real.
Vamos que se enfrenta, como dice Mongolia, a una realidad sin el silenciador que se pusieron los periodistas españoles en los asuntos reales, que por tales, parecieran irreales.
Nuestro nuevo héroe se quita todo los aditivos anteriores y nos dice: menos kilómetros, menos plásticos, menos carne. Y entonces aparece Pedro y aporrea la puerta de Arnorld, este, paciente, no responde. El agitado Pedro, quiere que se le abra la puerta, si esa, la de supermanes. No sé porque los que consiguen escalar en la sociedad con un piedraauto creen que en lo primitivo está el éxito.
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