sábado, julio 24, 2021

Abismos. Más allá de las palabras

 Si pateas el campo alrededor de tu población puedes pensar que cualquier bicho te puede aparecer en el momento menos esperado. 

  Cuando atraviesas una frontera, puedes tener la fuerza del dinero o del reconocimiento o puedes ser una potencial mano de obra barata, si no esclava, para un patriota.

  El protagonista de la película polaca, por su aspecto, por la aceptación del entorno de Berlín; no es capaz de reconocer las carencias de los recien llegados, aunque uno de ellos sea su padre, que le visita desde Polonia.

  Los últimos minutos de la película quizás definen mejor que cien, anteriores, minutos lo zozobra de alguien que no está en el medio donde se le reconoce.

  Aunque pase, cuatro meses intercalados allí, Berlín, para nada fuí uno de ellos. Tenía la certeza de la vuelta a casa y la de un trabajo que me permitiría tener una posición cómoda en mi día a día.

  Después de una sola semana, el primer mes entero, quizás será eterno, como en mi memoria siempre el paladar tendrá impregnado el sabor de los pastelitos de Karo, con su dulzura y con la dependencia que tenía de su cariño. 

  Si en las dos épocas posteriores, fue Sten y sus cursos de Action Theater los que me ayudaron a explorar aquella ciudad. Nada tiene, cualquiera de esos momentos, con la angustia de un sólo segundo de la mujer turca que no tiene claro como podra alimentar a su família en los próximos días. 

  No es admisible que un ser humano venido de otra parte del planeta, pueda ser menos legal que cualquiera de los productos que de ahí vinieran, o de otros lugares muy semejantes en las personas que se han debido de marchar de allí..  

Nos acostumbramos a manipular y a tener lo que quisieramos, sin darnos cuenta que dentro de cada uno de esos productos, puede haber el vínculo de una mujer con la madera que ha sido talada para satisfacernos. 

  Marc Gavalda, en un libro que leí hace muchos años, ponía de manifiesto como habitantes de una determinada zona de sudamérica, amarrados por los siglos vividos por sus ancestros, tenían que salir hacía España porque allí había llegado nuestra Repsol ha obtener un determinado tipo de petróleo. 

   Por muchos que las motos de Alex, de Pedrosa, de Márquez hayan tratado durante decenas de años de entronizar uno de los aspectos de esta petrolera, sus patrocinios lava caras, no era recibido de la misma manera en España quien de allí tenía que venir porque un acuifero hubiera sido agotado o contaminado.

   Nuestras políticas se anclan, muchas veces. en las palabras, pero detrás de un muro puede haber otro submundo que sobreviva de los despojos del primero y de la necesaria interconexión que tiene que haber con aquellos que han sido arrinconados en suburbios o poblados a los que no se les quiere dar unos recursos que ayuden a esos seres a sentirse como parte de una sociedad.

  Existió un tiempo para narcotizarnos con nuestras ocupaciones, con nuestras "chulas" formas de vivir, Nos asomamos a nuestros actos para poner en valor al otro y a decir, por muchas veces que traten de tallarlo en el imaginario. Qué más difícil que atender al migrante o ser pauperizado, es hacer pagar lo justo y lo necesario a los tantísimos millonarios que eluden parte de sus impuestos y se ponen trajes especiales para sobrevolar lo que debieran pagar.

   Tiempos canallas que alimentan a los carroñeros, fieles a sus amos

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