La libertad de poder hacer daño a los demás. Algunos la exigen, por
encima de todo. Tomás de la Cuadra Salcedo, ministro durante uno de los
gobiernos de Felipe González, no existe tal derecho. Como siempre, en
"avivir de verano", con Lourdes Lancho abren un debate interesante,
que me hace cuestionarme, incluso la exactitud de la anterior
información.
Sobre un verso o un texto me puedo cuestionar la conveniencia,
profundidad u oportunidad de cada una de las palabras, sean adjetivos, nombres,
verbos, sujeto o predicados. Si el "poeta Halley" accediera a mis
dudas, podría encaramarse sobre las cenizas de estas y alcanzar a ver algunos
de los edificios caídos.
Podría, por ejemplo, ver las
certezas y la soberbia del grandísimo Novak deshacerse como azucarillos cuando
enfrente tiene a alguien que sólo le va enviar una pelota dentro del campo. La
increíble capacidad de salto, giro, equilibrio de Simon la podemos ver,
también, tambalearse, con los cimientos, sufriendo un claro deterioro, que no
puede ser tratados por bomberos de lo físico. Existen otros, claro, sin las
protecciones, también, físicas de los anteriores, pero si con unos andamiajes
para que la posible "carcoma" que corroe a la persona que le
consulta, no salte a ella.
Decía un tweet, que la gimnasta no puede tirar un
trampolín contra la grada. Ironía, para banalizar lo que existe detrás de un
ataque despiadado contra un objeto, que es parte de uno mismo.
Es difícil reconocer nuestras debilidades. Quienes estos días ponían en
contraste la fortaleza de él, frente a la petición de ayuda de ella, tienen, o
no, que haber sufrido un quebranto por mucho que en el anonimato se hagan inmunes
a sus propios disfrazados, yos.
La búsqueda de la lógica no sirve
en muchos de estos casos. Aporreando, como yo, teclas pueden estar
profesionales que cumplen la función de dar siempre la razón a su pagador que
le puede interesar, no pagar impuestos. Una de las más salvajes de estos días,
es la demostración de un periódico, con un prestigio enorme labrado a través de
los años, adquirido por un magnate de la compra que ha pasado a justificar, en
su consejo de administración, en la pluma de un chaqueteado, no vayamos a
enfadar a abuelas, que no pagar impuestos puede ser la mejor de los opciones en
una sociedad con tantísimas desigualdades y que hacer un vuelo de placer puede
ser el origen de un descubrimiento que nos acerque a otro continente, ahora en
el espacio.
Se resurge como persona, como
sociedad cuando se reconocen y se perciben todas las ruinas que existen a
nuestro alrededor.
La segunda es muy difícil de
recomponer; existen carroñeros que comerían de lo muy rico, de lo muy duro, de
lo muy pobre. Sus alas extendidas siempre serán majestuosas y en ellas nos
acurrucaremos con frecuencia para buscar la calma contra el abismo. Sólo
tendremos que cuidar de no quedarnos dormidos porque esas especies siempre
podrían alegar que te creyeron muerto para haber empezado a despiezarte.
De la primera situación, la de la
persona individual, se ha empezado a visualizar ahora el gran problema. Sigue
habiendo bocazas, esos profesionales del vilipendio que decíamos con
anterioridad, que por ser siempre fieles y sumisos para desquiciar al otro,
esperarán recibir su recompensa, en forma de caricia y hueso que le sirva para
su supervivencia. Alguna pasa, que incluso dentro del mundo de quienes hacen
exhibición de fortaleza y seguridad, se producen quebrantos, de seres próximos,
de personas de tu círculo de amistades. En esos momentos, lo mejor, en el caso
de esos cafres, y además lo hacen muy bien, es alejarse a un rincón, recogerse,
lamer algunas de las patas y esperar que esos malos tiempos se alejen. Él,
siempre estará dispuesto, aunque sea a demostrarse lo despreciable que puede
llegar a ser.
No debieran venir las seguridades de
quienes destrozan una raqueta un día que no le es propicio.
Ni sería conveniente que quienes
tienen colegios para, si pueden segregar, y si no, crear condiciones de
educación en la que haya una parte de la sociedad perjudicada. ¿Se está a
tiempo de parar esa proliferación de universidades privadas que parecen que
como única meta tienen dar una titulación a un determinado tipo de alumnado que
no podría adquirir en cada uno de los cuatrimestres, que si se le hace un mundo
a quien lo tiene que pagar si falla?
Tampoco la justicia parece ser ese
espacio de búsqueda de equilibrio sobre el que se asiente una sociedad, si
parte de una élite, sabedora de los acuerdos políticos; se mantiene, de forma
pretendida inocente, para provocar aptos próximos a la prevaricación; por lo
menos, en su moral, la cual dicen tener.
Como también la dice tener, quien se
siente ofendido por ser señalado por un cargo político de un ayuntamiento y
este, verse obligado a tener que recordarle que esa “ buena moral invocada” está en visualizar al
menor no acompañado como un ser humano al que proteger. Como también reconocer
en una democracia por hacer, la parte que asalta sus cimientos, en nombre de
una pretendida defensa de una ideal sociedad, que sin embargo, en sus actos son
la consolidación del pillaje de siglos y el mantenimiento de privilegios de unas
élites, a la que pretenden defender para obtener su parte, cercenada a todo un pueblo. Quizás, ese cargo ofendido necesite leer Franquismo S.A. o ver Coup 53, para saber cómo las traiciones de entonces engendraron las miserias de hoy