El señor Kike, un tío serio donde los haya, me escribe un texto para mí ingreso en la orden marina. No fue fácil, la ultima que navegué fui hundido por la nave impoderables; nadie la hacia caso hasta entonces pero tenía una cubierta de plato , una proa de Titánica pero sin chico al que lanzar por la borda por su horrible y meliflua canción. Al fin y al cabo ,"the man in me" era un reconocimiento al cabra que no la tomo en la bici porque el triatlón había sido sacado del agua, reduciendo el líquido al sudor por no haber sido claro en la lectura de ubres nuevas y preñadas de tazas en las que originar olas de desconocimientos.
Cerca nadie pareció entrever a ese cernícalo haciéndose imprescindible para la transformación de unas amenazas acuáticas en palondros llenos de granos y hierbas perfumadas.
Allí, aviso, tu éxito por volátil puede ser efímero porque ¡Leches! ¿Qué hace aquel cuadro sin ser firmado en medio de la importancia de llamarse Rogelii
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