Cada vez se atasca más la carretera. Todo se llena y las prisas nos invaden. La lección está para aprenderse, cuando todo se acelera el único que pierde es el que pisa mas el pedal.
No controlamos la velocidad con la que nos llegan las informaciones. Cogemos un personaje creado por las grandes empresas. Las beneficiarias de las obras públicas.
Nosotros lo acogemos en nuestro imaginario y creamos memes, a cúal más gracioso, cada vez más brillante y contraponiendo nuestra inteligencia a su creída memez. Vemos nuestro éxito porque esas imágenes son pasadas entre la "intellligentia", a la vez que añadimos alguna acotación que haga resaltar nuestra, también brillantez. Todo esto, nos hace coger velocidad, más, porque marchamos ingrávidos por la carretera que se nos ha preparado. Luces de neón, cartelería que nos anima a viajar de forma confortable, con colorido brillante; tenemos vallas que nos hacen avanzar sin miedos a elementos externos.
Y sin embargo, nuestra velocidad, cuando chocamos con la realidad, sabemos que era inadecuada y nuestro golpe con lo cotidiano es brutal, me atrevo a decir que dantesco y continúo en el tiempo. No nos queda ni el chasis. El motor es despedazado y los manguitos, derretidos. No parece que exista ninguna posibilidad de recuperación.
Lo real es que las empresas privadas han construido un hospital que empieza con 46 millones de euros de sobrecoste. Siempre, cuando paga el Estado, no se cálcula bien lo que cuesta algo que debiera ser esencial en gente que sabe lo que se lleva en manos. Bueno, no, no paga la Comunidad. pagamos los trabajadores, se reducen los recursos para enseñanza y para la medicina.
¿Es poco ver la chatarra material? Te muestro, Silvia Itxaurrondo es una periodista que nunca se me olvidará por compartir con Iñaki Gabilondo, los primeros informativos de Cuatro, cuando nació este canal. Ejerce un periodismo ético, pregunta algo esencial, de donde saldrán todos los médicos necesarios para un hospital con camas para 1.000 pacientes. Se inquieta quien es inquirida de esta manera. Señala, apunta con un dedo para que sus fanáticos la tenga en cuenta, si a la impertinente inquiridora. Sabrán quien es, y así, como poco, pueda ser repudiada. Esos seres, no tienen la preocupación de quien será su médico. A los más próximos, les llegará beneficios, a los iluminati, les llega su ataque de conciencia seguidista
A las personas como Silvia, les llega el hormigón con el que son rodeadas; incluso puede llegar a sus pies e incluso a sus futuras acciones que sean cimentadas en cementos y hierros. Pasó con German Yankee, hombre de derechas, honesto, por preguntar a la nunca liberal, antigua presidenta, ¡qué más da su nombre!, si detrás están beneficiarios con capacidad para controlar los Medios comunicaciónque crean opinión y golpean disensos.
Bob Dylan, para frenar demonios. Precious Angel
Acelerada versión de Bob, para este textos de vertiginosos choques con la realidad.
Leila Guerreiro nos lleva a sus bellos golpes literarios y a su contundente dicción; no nos hacen daños, nos llama en cualquier instante de nuestra vida para darle el valor del absoluto momento de belleza.
Nuestro "totem" atacado, sobrevive virginal, con poses, con fotos de su arrobo, de su subida a los cielos, de sus dolientes lágrimas. No nos habíamos dado cuenta que nuestro choques era contra otro cartel desviado por espejos a piedras graníticas de realidad: ella no es el problema, ella es la salivación para que nos comamos el veneno.
A lo lejos, risueños, en las mesas de la prepotencia, además ceban a nuestros "gallos" o "gallinas" para que se enfrenten con los espolones que tanto desangran la posibilidad de cambiar nuestra sociedad. Peleas en partidos, por supuesto, todos llenos de razón, por yo soy más puro, yo más social, yo más consecuente, yo más persistente en el tiempo. Hostias, me digo, otra vez chocando:
No, no quiero más memes de esa presidenta ni de ida ni de vuelta. Sólo quiero que quienes se me ofrecen para cambiar el mundo, sólo cambien sus sillas para sentarse enfrente de sus intimo enemigo que me ofrece lo mismo y que, si tanto les interesamos de nuestras últimas posiciones comunes, se desaparezcan.
No aguanto más memes, más aceleraciones, más choques con las piedras de la desvergüenza de los mercaderes. Sus imágenes desvergonzadas en poltronas, para ellos, sólo son accidentes y nosotros, siempre las victimas
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