Terminar de leer en Alexievich tantos hechos y sentimientos que definian a las mujeres rodeadas de guerra. Sus hijos, sus maridos, sus padres, madres; sus compañeros de batalla, sus jefes. El carrusel de emociones con paradas en cortados y abismos del que no tenían llaves para salir.
Visitar con Eloy Serrano, las vidas enterradas que nos siguen diciendo algo. Como no van a seguir diciendo algo maestros asesinados por el simple hecho de querer mostrar a las niñas-os otros horizontes que los de las escarpada montaña que debían atravesar para llevar al valle siguiente la comida a sus padres. Les ofrecían llanuras, mares, desiertos, palabras para que pudieran describir un árbol que les inspiraba terror o les aportaba pizarra para escribir sus primeros amores o sueños.
¡la fosa de los maestros!. De otro, de Francisco que aún sigue enseñando a su alumno-apicultor, con su libro de geometria y aritmética escrito mundos imposibles para conocer medidas y equilibrios. El alumno a cambio, le ofrecía tiempos, momentos, espacios, medidas de la cantidad de comida que necesitaban esos panales para que el equilibrio se mantuviera. El chico son todos los seres que me rodean y me rodearon y que con las colmenas ayudaron a salir adelante a todas sus familias.
Claro que estos están conmigo, como los recuerdos y enseñanzas que aún trata de seguir descubriendo el alumno que creía que el libro de Francisco era ininteligible, hasta que comprendió que también se tenía que empapar de sudor sus neuronas, como de agua se había empapado muchas veces él, para ir a recoger la miel, o saber en que momento estaban y si habían tenido algun problemas para salir adelante.
Como los Franciscos, Eloys que dicen estos que tienen tertulias subtérraneas, hasta no hace mucho, ahora externas con la memoria histórica; donde nos hablan de lo que le pasaba a tal alumno, o como el otro debía mejorar en tal cosa o los problemas que habían surgido para que pudiera acudir a clase, quien tenía a su padre enfermo. La adaptación teatral la ha realizado Pepe Viyuela, el clown con bufandas de besos para sentir la esfufa de los inviernos rodeados de silencios y ternura
¡Cómo quisieron descubrirles un mundo nuevo a sus alumnos! Iban a pueblos, a enseñar. Y eso fue suficiente para que los esbirros de la oscuridad, amamantadores de bestias matarán a los maestros y profesores que no admitían la sumisión como enseñanza para la vida.
Esta semana datos muy a tener en cuenta. Arrojan luz sobre el final de Miguel de Unámuno. Otro profesor. Primero "carnecruda.es" se hacía eco de un estudio muy concienzudo del porque no fue una muerte natural la de nuestros escritor-filósofo. Estaban las amenazas, merodeaban los canallas y sus explicaciones dadas se pierden con su desquiciada lógica.
Nos hablan luego de Primitivo Florian y de Manuel España, nada menos que ese apellido , y que sin embargo, no le sirvió para evitar la muerte. Su culpa: ser de un sindicato, nada menos que de UGT, a la que empezaron a eliminar en plena última democracia, dejándoles solos en la promoción de pisos y luego cuando en nuestro indivualismo, hacíamos más caso a sus errores, que a la necesidad de estar unidos los trabajadores enfrentan de las fuerzas que tienen los resortes del poder.
Fue curioso descubrir este verano, como un familiar había sido también de UGT, en Huetos y como en el 34 repartía, él, algunas cartillas a las familias.
Es precioso ese compromiso, por una sociedad diferente, como fue segado. Ahora bienpensantes se hacen los ofendidos, no por tanto encanalllamiento sufrido, sino porque sus sagrados símbolos y nombres parecen ser atacados.
Pero estos seres no merecen la pena; pueden ser dioses que reciban adoraciones por las dádivas que reparten pero nunca serán quienes defiendan al trabajador desde su salario, su vivienda, su dignidad en una enseñanza que no discrimine por arriba, premiando a los ya privilegiados. Gente mala, que recorre nuestros caminos, como insinuaría, el también nombrado en la obra, Antonio Machado.
Joseba es el productor. Me ha parecido que cogía su tabla de windsurf y habiendo tenido que navegar durante años vientos salvajes que le apartaban de las orillas de los teatros de Guadalajara. Hoy ha llegado al partalán pletórico y dando dignidad a una ciudad, tantas veces dormida.
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