Había falsas promesas de un terreno ampliado para una nueva excelente producción; cuando la realidad la había tenido ese mismo otoño, con un manantial de nueces.
Gonzo en Berlin. Soñe la ciudad, la recorrí; nada que ver, él profundiza en lo que es el funcionamiento de los organismos de los dos paises.
Pierdo por goleada; hubo una época en la que fuí haciendo el gorila hacía el domicilio de Merkel; menos mal que no me encontré con otro tipo de gorilas de otras dos patas.
Fue hace mucho, para reivindicar el cuidado por la naturaleza. Cerca de Alexanderplatz. Lo otros hubieran venido para reivindicar su pureza, en una mente sin màs horizonte que las consignas que les impregnaban.
Limpieza, sería lo que debieran mostrar quienes se arroban la capacidad de juzgar al otro, sin haber ido a denunciar ante quien corresponda si creen que el otro es un delicuente. Apuntadores impúdicos para dirigir a un público al que sólo quieren pastorear.
Moderados que callan y otorgan ante la violencia sobre los recuerdos de quienes fueron elegidos. Pareciera una anécdota si detrás no hubiera una aceptación tácita de señalar a la República como un periodo a olvidar.
Fue porque somos; la queremos para no ser menos; la trabajaremos, con nuestros errores, para que nadie nos represente desde un trono en el que no estamos y al que no queremos llegar.
Caminaban nuestros convecinos por un Berlin otoñal; un Berlin de los Sten, Ulla y sobre todo, siempre Karo. Allí nos hablaba de Empresa Pública para la coordinación de la pandemia. Aquí nos hablan de un nuevo hospital; casi o más 50 millones de euros de sobrecoste. Sin nueva dotación de profesionales.
De esos cincuenta millones, que será propaganda, que será populismo en periódicos que nos dirán que los populismos son de los otros, se escapan la oportunidad de rastreadores, con gente nueva contratada para el inicio, con gentes especializada para cribar los datos.
Sin ir al juzgado para denunciar a quien han elegido en democracia; son ellos los tribunales de la inquisición, de donde procede su poder.
Son ellos quien se dicen magníficos, morenos, equilibrados, guapos ellos, oye tu, aunque irreales sirvan a su clase media de más de 130.000 euros anuales, que no somos ni quienes oímos defender el derecho a la vivienda, a una Renta Básica a un trabajo en condiciones dignas, por parte de esos partidos tan estigmatizados; ni quienes creemos que la sociedad no debe perder su futuro por las manipulaciones de medios de comunicación comprados, por un capital engordado en la impudicia y la corrupción aceptada, en un pordiosero: "todos son iguales", que nunca fue así y que no se deberá aceptar como justificación.
Pérdido el momento para la autoorganización; es el instante para reivindicar más Estado, sin símbolos, con respeto a la ciudadanía.
Observando y aireando partidos autoproclamados decentes, pero de actos indecentes, con silenciosos apoyos en cimientos de violencia, barros de mentiras y decorados sobre cenagales de elitismo y cegueras. Nada de lo que ayer mostraba un país como Alemania, defienden. Un respeto a los demás, un uso de los recursos públicos existentes, una prevención puesta en marcha desde los 50 afectados por los 100.000.
Ponen, siempre, estos partidos-jueces, su fe en unas fuerzas de seguridad, no arrogadas como punidoras, en nombre de palabras e imágenes que no tienen delante, ni detrás, vidas humanas.
Salvados, un periodismo no acto para becerrismos, ni capas que despisten, ni mareen
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