Hace tres años un saxofón era lo suficiente soberbio para creer que el estar en la boca de su nuevo propietario sería el comienzo de su exhibición y su gloria. Durante dos años y cuatro fue dándose cuenta que dar berridos, silbidos y algunas notas conexas no era lo que él había soñado, ni quizás el dueño. No se llevaron mal.
Todo había empezado unos días antes pero la semilla puede que estuviera desde hace años y había caído en un mirador, cuando, a la vez, zarpó un marinero cuando aún queríamos que nos acompañara en tantos amaneceres o como un gigante, o como un quisquilloso, o como una manada de pitidos desde su corazón.
Así que no nos quedaba más remedio que llegar al local de ensayo. Mari, no había mirado las canciones y todo fue un naufragar.
Michel remira la cara de su antigua amante y la reprochaba esas ojeras. Yo, me concentraba el marcar los ritmos y con esa excusa, no le miraba.
Ardía Molí, lejos del lugar, olvida sus problemas con la piel y se entrega a Diógenes. Han encontrado la habitación donde Michel se desespera con la nueva situación de Leonor, estará alejada del lugar por una larga época. Con la mirada le piden que siga vagando sin un amor, sin una morada. Indiferentes a su destino, buscan que en aquella habitación ella, sienta poseer otra piel y él, recoja todos los despojos de autoestima que ha ido dejando como un reguero de sus impotencias por un aprendizaje pleno de momentos de luz ante el comienzo de unas caídas que nunca es hasta el fondo de un pozo donde ahogarse.
Mollí, la vamos a dar una entidad mítica, se arroja sobre él, aún cabizbajo pero consciente de una belleza a la que quiere elevar sobre un suelo terrenal.
Ella se quita sus horquillas y un pasador y su pelo traza pasión que ya se desboca sobre unos dedos sedientos de su cuerpo. Diógenes desnudo, sin necesidad de cubrir todas las ausencias interiores, la hace consciente de todos los contornos que cuando llega a la cabeza la palpa como queriendo haber diseñado aquel manantial en el que buscas saciar una sed con caños antes inexpugnables.
De allí mismo, ella se hace capitana y escucha todos los mágicos silbidos que saldrían de las sirenas que habitan en Diógenes.
No le han dado tiempo a alejarse a Michel, cuando llegué al ensayo, añorará el fuego en el que ardió, en aquellos días con Mari.
Have I told you lately, golpea rítmica en la cabeza de saxofonista. Sueña viajar con la troupe de Van Morrison y con sus llaves ha dibujado un cuadro, con pinceladas de colores en búsqueda
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