Sobre la arena escribí tu nombre y en el zaguán nunca dijimos basta.
Cogiendo la ruta de un barco a la deriva, encontramos claras señales de impostura. Tocaba el claxon de un trasatlántico y avanzaba a vela tu mundo. Nadie le quitará el glamour a un pequeño foque que ayude a la mayor, incluso para volcar, con una cierta elegancia, allá en Lorient en la costa de la Bretaña.
Salir a flote pudo ser por el chaleco, por un benigno y motivante viento y por un instructor que había confiado en la pericia de un capitán que hubiera sido zarandeado si hubiera confesado que había sido operado un mes antes.
Todo podría ser una cuestión de séptima menor, mayor, disminuida y de armonización pero no se vaya a creer un que eso es fácil, que coges el plumier, sacas un lápiz y dibujas notas pero se escapan los sueños, aunque anda buscando un matrimonio que vaya lo mismo es un trío, que ni tan bien.
Con todo ello, hablar de un etilismo, de una élite a la que concedemos nuestro futuro, sería meternos nosotros mismos a hacer el barranquismo por una cauce sin limpiar, al que nos llevan esos inocentes votantes que justifican los desbarres de quienes se van mofando de sus simbolismos a los que nunca respetaron, vamos a creer que sólo los que se estrellan, ciegos de poder y, en tantos casos, alcohol
Hubo un día; ¡uuuuffff! hace siglos en el que no se encontraban palabras para definir lo que acabas de oír en un concierto de Joan Manuel Serrat. Se había experimentado, te había atrapado pero no encontrabas la palabra exacta,
Años después, corriendo, oyes a una especie de bestia que quiere comer como probador de un plato y puede que no encuentres la definición que es la misma que la de antes.
Ayer y en la madrugada buscas lo que parece haber sido la palabra que buscaste aquel día en uno de sus conciertos y luego en aquel incipiente "avivir" con Broncano y si, dijeron, pero hoy se ha hecho palpable, en los dos personajes que han convergido en la televisión pública; no tomada, para ese elitismo etílico en el convierte las televisiones que sólo hablan de sus apropiada, única y esclavizada libertad, el triunfo de Rosalía y Broncano con la
Veracidad
Tan humana y tan necesaria ante la exaltación del bestialismo.
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