Mi mujer Rose Marie cuando se ha cansado de estar follando, vamos del famoso lenguaje inclusivo "de que nos follemos", se ha inventado un puesto de trabajo para mí; que ya ves tú, ni que me hiciera falta. Siempre he valorado el pensamiento lírico que nos invita a tocar los cojones que debe ser esto lo que la tenga en ascuas, el contenido parece que mejor que no se agote.
Siempre le ha gustado lo prosaico e incluso, para tiempos más profundos, los ensayos, aunque ella, de alguna manera, se ha conformado con la calidad, ya que la cantidad sin arte, parece como si hubieras puesto mazacotes de hormigón, que sí, que tienen su función pero sin pedirle o aspirar a más.
Al llegar a mi nuevo trabajo, Paco, me ha recibido con una cierta acritud y un "haber que ofrece este tío"; he llegado con humildad, a mis treinta y cinco años, sin haber trabajado más que explosionando la juventud, no voy a hacer esos alardes. Creo que esa pequeña sumisión le ha agradado y me ha involucrado como miembro, persona, en el nombre de su grupo. "los hombres de Pacón". A la voz de "vamos", nos hemos metido en la velero y hemos partido hacía mar adentro.
Lo iba viendo, me iban entrando sudores y me venía a la cabeza José Luis Sampedro y claro "el no habito", cuando Javier, el actor en su tiempo libre, decía riéndose con esa voz grave:
"jajajaja, nos vamos mar adentro, novato".
Es un hombre grande y le tengo respeto; pero leche a la décima vez le he espetado
A ver si te crees que me voy a quedar paralizado, en mi juventud nade, antes de estar con Rose Marie y me cruce la bahía de Tabarca.
Me ha mirado, me ha explorado, ha meditado y se ha puesto a recoger las velas, habíamos llegado. La Nuri que es la capitana, Paco el armador, me ha contemplado y¡hala, majete! espabila y si me he puesto el traje de buzo y al tirarme al agua, de lo caliente que estaba, me he elevado y he andando por encima de las aguas.
Alguno le he visto tentado a llamarme Jesús y con el dedo en alto, como para bendecirle, le he hecho un aviso
Ni se te ocurra
Me he quitado el traje, porque era imposible entrar en el agua y ya sin ese neopreno me he puesto a bucear, pero poco, ya me hado cuenta con el saxofón que aguantar, más bien poco y eso que me gustaría ser Paul Desmond; este me mira desde un póster y me dice, seguro, porque me habla, "pobre iluso".
Con el mero, tengo una conversación más profunda, porque nos vamos a diez metros de profundidad; me da confianza y me dice, piensa en lo que te digo, no en tu respiración.
Y sí, me olvido; mira, afirma, estoy a punto de salir volando con el agua que se evapora. El mar ha llegado ya a más de 30 grados. Me entiendes, nada de la transmigración espiritual o divina, me voy a cocer y voy a caer en modo DANAS, sobre las costas de este mar.
Joder mero Pepe, me ha ganado como amigo, y ¿Qué podemos hacer?
Puedes entender que sea salado, en el Mediterráneo, aún más; te lo digo con franqueza: "mandar a la puta mierda" a quienes niegan este grandísimo problema para luego entregarte a las empresas privadas.
¡Dejad de escuchar a golfos que os hace cosquillas en las emociones más superficiales!
Bufff, difícil, Pepe, cada uno tenemos nuestro dios en la pantalla en la que nos hemos encerrado. Y me viene las ganas de salir a la superficie; si me acostumbro a esta temperatura, corro el riesgo que me suba a una nube y pase por ahí, un avión me atufe con los chems trail y me convierta en un zombie que piense que un vendedor de humo me va a salvar.
Bueno, bueno, bueno, al asomar la cabeza, desde un dron me dice Rose Marie, ¿Cómo está mi chico?
Como puedo me recompongo, el agua siempre me ha empequeñecido
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