Se van acumulando montones de sarmientos y una tijera no permanece impasible, su voracidad deja estupefactos a Peter e Itziar que pasaban por allí.
. Los primeros se miran entre ellos, pero andan desunidos; en el suelo,
Piti, la otra, por su tarea podadora anda como hastiada y agotada, nadie parece decirle nada, algunos la miran en su chulería. Si, a esas horas con el Sol de un ya bien entrado otoño en un ambiente de sierra, le reconforta pero la anuncia que o se levanta o podría caer una buena escarcha sobre ella.
Parece decir que a ella que le importa; lo hace siempre, pero luego cuando se ve humedecida y presta a ser meada por un corzo o una cierva que eso ya es otra cosa. Entonces si que busca con los brillos hacer los aspavientos suficiente para que la levantes.
Ya es tarde, Sinúe tiene la mochila hecha y confiesa que ya no va a hacer nada por la tijera. Se ha puesto ahí, en medio, como una reinona y cuando todo el mundo pasa de ella, porque pasa, pues se pone como el rey en Guernica que no recibe ningún halago.
Se pone en plan chulito: "¿Que quieres que no venga? y algún Michael, no Robinson, él siempre está, sino Miguel le responde:
"Cómo lo sabes, mamón"
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