jueves, noviembre 13, 2025

Lluvias y chapoteos

   Míriam es tremenda, cuando empieza a llover debo ir pendiente por donde vamos en cada momento. Me importa un carajos si viene un carruaje,  la mula Pepa o el cerdo Mefisto; es mucho más peligroso que encuentre un charco, no se mete en él,  lo desvanece; salta se eleva, no mucho, pero bueno le da para recoger las piernas y lanzarlas hacia el agua como Perico hacia la miel, con violencia.

 Ya hablaremos del perro, pero es que en el último charco, pareció que había sacado un quintal. 

  Hasta el pelo me lo enturbió. Bueno, me dije, como aquella mujer con luz, Miriam es así y lo que nos queda es disfrutarla antes de que parta para su nueva tarea.

   Perico, el gran perro, salió corriendo hacía la oveja como si fuera esta el lobo. Nos quedamos pasmados e incluso utilize el silbato de emergencia para que acudiera hacía mí. 

   Lo hizo, pero, me dejaba preocupado porque lo hacía con un resquemor en la que "murmuraba", como Pier nodoyuna hacía. 

   Se calmó un poco, porque mis caricias tenían ese poder, dejarse abandonar por todas las vivencias comunes que hemos tenido a lo largo de los años, 10.

    Cuando nació, de una camada de 10, se tenía previsto eliminar al menos a 5; Perico era uno, pero me tiré hacia el brazo que iba a ejecutarle y se lo cogí y me lo apropié.

    Como de nuestra vida de pequeños, siempre he pensado que de aquello es imposible que se acuerde. Me hace dudar, desde el principio, nunca alzo el brazo para tirarle una pelota; siempre, siempre, se la he tenido que lanzar "a sobaquillo"

   Siempre le he llevado conmigo a las cimas que me han gustado subir. Al principio, aguantaba muy poquito, siempre delante de mí; cuando daba muestras de fatiga me lo subía a una mochila especial e iba dando ladridos de emoción, cuando por algunos de los bosques que pasábamos intuía una ardilla, o vaya, es verdad, también cuando vio a una osa que se acercó más de lo que para él debía ser mi seguridad; lo había visto, la osa también marcaba el territorio de protección para sus oseznos.

   En los últimos tiempos, algunos días, parece que ya no le apetece esas palizas, pero, como a mí.

   El caso es que con esos recuerdos, meciéndonos en una calma aparente, vuelve a salir disparado hacía la misma oveja; esta ya se ha humanizado y, cuando el hombre acaba de levantar el brazo, ya se ha puesto la boca de Perico, como un brazalete. Tenía un cuchillo en su mano y se había acercado a una de las ovejas, esa que cuidábamos con especial amor pues había sido nombrada la mejor entre las mejores.

   Pepe, es el embozado, es, creía, amigos desde hace años, pero cuando se ve desenmascarado y, en mi presencia, concede que la envidia le ha ido invadiendo desde hace meses y le ha ido llenando hasta el ultimo espacio de su cerebro. 

   Se me pasó por la cabeza perdonarle y dejarle ir, pero lleva una pulsera de Miriam y con una indicación, Perico le hizo retorcerse de dolor, que cayera y si, le obligamos a llevarnos hacía ella, porque la tenía encerrada y para ganarla en su abandono, la iban a mostrar a Luxi, acuchillada. Sabían de su amor por ella y como la quitarían toda voluntad con su muerte

   Perico le pone una pata en el cuello y expulsa con desprecio todas las babas que es capaz de acumular para paralizar al más pintado.

   

No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y