miércoles, noviembre 19, 2025

E-lejia a una misera

  Vaya, vaya, así que puedo ser inspectora de sanidad en una ciudad de Estados Unidos y me decis que no voy a arrojar lejía sobre los alimentos que vosotras, migrannnnntesssss, habías preparado.

    ¿Para vivir?, ¿cómo? A vuestro país.

      

  ¡No me ves, no me ves!; tengo ese cargo y este gobierno me ha dicho que ejecute el cuidado de los ciudadanos con ese corrosivo, una especie de guillotina pero interna. Hay gente, hoy en las redes, que acude a las ejecuciones y, por supuesto, se ríe. 

   ¡Qué no hubiera venido!

  Decía mi mujer cuando montamos en aquel carguero y desafiaba al capitán a descubrirla

   No lo hizo porque esperaba a una persona y  nosotros éramos tres. También,  Claudio, nuestro hijo pero este, solo, daba cabezadas cuando se dormía.

    Ahora si, nos habían descubierto.  Ya en el pais de la Esperanza, dicen, intentamos saciar nuestras penurias y no nos dimos cuenta que aquella energúmena tenía excesos en todo, menos en neuronas. La que la quedaba está intoxicada de bestialismo.

    La habían estimulado el clitoris del odio; ¡echando lejía sobre la comida preparada!, buscaba la excitación final y si, se secó sus secreciones con la pegatina de aquella botella justiciera y, parece feo, pudo disfrutarlas, en autosatisfación chupándola.

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