Bestias ocupan las pantallas que nos han tomado la mente.
Pimientos vuelan, salieron de debajo los plásticos, sospechosos; plantas que se llevan las aguas, si es que tienen un futuro, cantaría el distópico artista.
Quieren despreciar a quien no es normativo: imbéciles, idiotas; nos quieren animalizar
Chechu viene desde Valdepeñas, emana vida, fábrica piedras para que una seres en transición.
Bestias mediáticas robando a sus crédulos; cometiendo fraudes, crímenes delictivos clamando por despersonalizar a quien ama compartir con quien no conoce.
Chechu puede que fuera a la película de Chris Pratt que allí se imaginará tomar el cuerpo de un robot y sin perder su empatía por los demás, ser capaz de crear mundos nuevos
Las bestias impulsan la desaparición o aplastamiento de unos para salir ellos adelante. Las bestias, sólo tienen un poder inmenso y tienen la suerte que su veneno lo creen proteínas, gente ajenas a su poder; son codiciosas de los desperdicios.
Muchos se encargan de decir todo mal, todos son iguales; no tener la suerte de ver La Revuelta y la empatía y visibilidad que se da por las personas con diferentes dificultades: A veces, si, entran esos pimientos tan rojos, tan verdes, tan amarillos, tan sospechosos; sin los matices de un Sol que los reboza con sus abrazos de verano, nada de los petroleados calores.
Encontrar en David, la humanidad que enlaza de Chechu, no la victoria de abandonarse en unos sillones que te adormecen en tu camino por ser persona.
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