miércoles, febrero 12, 2025

Don Puntila

  Cuando un libro de Brecht se empieza a leer en una bancada; al levantar la vista, se observa a un grupo de jueces que entran por la puerta de un partido político, como las ovejas volvían a la, hoy, derruida paridera por la que pasas con cierta periodicidad para imaginarte las duras condiciones de vida del pastor. Las ovejas, se juntaban por lo del miedo, más bien

  Como diría la canción, los tiempos cambian a una velocidad, ahora, más espeluznante, si cabe, pero siempre lo hizo de alguna manera y los mayores de asustaban de lo nuevo, la más de las veces anecdótico en medio del poder que ha permanecido y ha buscado perpetuarse a través de las generaciones siguientes.

   Por el teléfono se repiten y se confirman como absolutos la personales visiones de "hay muchos extranjeros", "no me atienden rápido". Lo dicen en esas televisiones generalista; los confirman los ojos de las personas mayores, examinados por sociólogos, para alimentar percepciones corroboradas en los platós.

   Don Puntila, gran millonario, vivió una abstemia realidad, después de la segunda guerra mundial, entró en una comprensión que le hizo admitir pagos del cincuenta por ciento de su fortuna y aún así seguían siendo potentados, sin posibilidad, en mil vidas, para gastar sus fortunas.

   Nuestro hombre, hace pocos años, al contrario que con Bertold, parecen haber despertado en una una borrachera de egoísmo, de prepotencia para querer amasar lo que más de la mitad de los habitantes de la tierra, no podrían gastarse en esas mil vidas. 

    A su realidad la alimentan, otros tantos mil millonarios que te harán decir que no se te atienden en los hospitales, mientras ellos no pagan ni un diez por ciento de su riqueza. 

   Los bancos y grandes empresas declararán las mayores ganancias de su historia, mientras retuercen el cuello a un gobierno temeroso. Grandes señores Puntila, ceos de la prepotencia recuerdan al presidente y sus ministras, como aquellos curas, que polvo son y humo les pueden volver, en menos de cuatro años, al defenestrarles, con insidias y falsedades que se las afinan jueces con hambre de granos, al ser recibidos con loas de "pita", "pita", "pita" . Jueces con dos dnies, o juezas con dos dioses, aunque al que dicen seguir sea una fabulación, por como les traicionan por sus mentiras sin arrepentimiento; vamos confirmándose pecadoras, en su argot. 

   Esos muchos señores Puntila, viven ebrios de una pasajera grandeza y en nombre de ella, cometen las mayores atrocidades que se han producido en los últimos tiempo. Como aquella Ana, que dijo que al entrar en Irak, se abarataría el petróleo, confirmando el desprecio que tienen por el común de los mortales, que cambiaría asesinar a las personas de allí, por vivir mejor; ahora prometen resorts, porque entre sus alucinaciones de vendedores no distinguen el palpitar de una niña, a la que podrá asesinar diez mil veces con sus ordenes, pero que habrá sobrevivido en el corazón de quienes se siente felices, cuando la sonrisa de esa niña que se reivindica en su tierra, es la tinta de escritos, que, aunque poco leídos, llevan el palpitar para la rebelión de proclamarse humanos.

   Tiempos extraños Bertold, en la barandilla en la orilla del río sobre la que se apoya esa niña coraje, para mirar a tu teatro, escupe a la cobardía de los gobiernos que hacen que los Arturo Ui, gobiernen para instaurar sus maldades y su desprecio al ser humano, porque muchos de estos mismos, caminan haciendo panegíricos de su equidad, iluminada por outsiders y rompedores, que son meretrices y putos al servicio de sus chulos; aquellos abocados a la iluminación de esas pantallas enfocadas a la elaborada realidad, se vanaglorian de despreciar la política que les alimenta o les desnuda de una vivienda digna, les lleva a una sanidad privada mientras se ensimisman con la anécdota de los recuerdos, siempre respetables, aunque sólo adjetivación de una vida.

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