sábado, febrero 15, 2025

Arturo Ui; no pudimos ser amables

 A Arturo le vemos paseando, tranquilo, por cualquiera de nuestras calles. Otras veces, parecidas, se hayan sentadas en alguna habitación esperando que vaya cayendo el mediocre y se queme la esperanza por intentar cambiar lo establecido que ellas defienden.

 Son tan parasitarías esas personas, infiltradas en las información para pudrirla y es tan grande la persistencia del dinero que se les entrega para seguir enfangando la percepción de lo que de verdad sucede, que muchos ciudadanos, se enfrascan en lo suyo, se sientan delante del televisor y no tienen ningún interés en escuchar a quien busca empoderarle. Las razones, por muy diversas que sean, siempre atacan a la vida personal de quien osa enfrentarles: su casa, su negocio, sus escritos. Nunca van a rebatir con esas personas. 

    Podríamos decir que son portadores de grandes consignas pero sin ninguna racionalidad detrás.

    Convencen a un joven de lo importante de la patria, de la bandera, del orden pero como acaba ocurrir son capaces de utilizar a esos crédulos, para arruinarles o, al menos, quebrarles la economía. Lo sucedido en Argentina es cuanto menos dantesco; su presidente promocionando unas criptomonedas que subieron un 6.000 por ciento y terminó cayendo hasta hacer perder a quien había invertido sus dineros.

    Aquí, esos vendedores de humo, tienen como patrocinadores empresarios, no les importa que en Estados Unidos les pongan aranceles, aquí les quitarán los impuestos. Eso no tiene nada que ver con esos jóvenes, que no tienen las mismas oportunidades que los que pueden pagarse una escuela privada que les impedirá tener prácticas, esenciales para sus estudios. Gentes, diríamos, de religión y corbata que mienten como si hubieran descubierto que dios es su esclavo y les perdona las mentiras, porque ellos son los que mandan.

    Pese a todos los filibusteros que nos nacen o hasta podría ser uno mismo, nació el espíritu del 15M, para cuestionarnos nosotros y sobre todo, hacerlo con quienes nos gobiernan de una u otra forma. 

    No, no quiere ser amable Ione con un gobierno que perdona dinero a las grandes empresas, y ve  como a personas con el salario mínimo, se les va a hacer tributar. Lo razona un inspector de Hacienda, puede ser bueno, para que después de haber aumentado, con la inestimable existencia de Podemos, en los últimos años el salario mínimo, más de un 30 por ciento, contribuyan estas personas al sostenimiento del Estado, en un 1,8 por ciento. 

     Se es fuerte con los débiles y muy temeroso con quienes pagan y mantienen los ejecutores de los relatos. 

     No seremos amables con quienes destruyen la educación y sanidad pública, en nombre de una mentirosa eficiencia, mientras son subvencionados por empresas que seleccionan a quienes van a atender para optimizar sus negocios. 

     Los Arturos, siempre vais a estar ahí, habéis puesto las redes y dada vuestra condición de potentados tenéis todo el tiempo del mundo para que al final los activistas vayan dejándolo y se mantengan vuestros Espinar aduladores. 

     Estamos ahí, por tantas y tantas miradas pacientes, escuchadoras de palabras de un maestro que sólo tenía años y el deseo que seáis vosotras mismas y que vuestra libertad no estuviera adulterada por palabras-pompas.

     Esas Arturo, al final, se cuelan por las rendijas que deja un torpe gobernante, hablando de "es que lo pone en el periódico" para definir a una persona como un terrorista. 

   Mandan, mientras, traicionan a quienes tiene la obligación de darles las mejores condiciones de estudio. Utilizan las imágenes huecas y las parafernalias para revestir su espacio de grandeza, cuando sus actos son de traición.

   Existen tantos motivos para ser amables, cuando oímos a Bob, o la banda, paciente, pero ellos no son los Arturo que se alimentan de tu dejadez. 

   Están los migrantes, las personas que sufren, los que andan desorientados, las que han sido golpeadas, pero ellas no son los Ui, torticeros y calculadores de sus propios beneficios.

   Existen los que siempre están, dicen que escribía Brecht, esos son los imprescindibles, a los que admiramos y respetamos.

No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y