Se acerca una manada de lobos a beber agua. El río está crecido y dan por supuesto que los famosos caimanes no se manejarán con soltura en agua turbulentas. Ya lo dijeron Simon y Garfunkel y luego hemos sabido de la caída de algunos puentes.
Cuando después de haberse saciado con los despojos que quedaban de aquel orangutan y a su lado, su cazador, que no pudo escapar de una mano que le apretó el cuello, hasta que en sus estertores le pidió perdón. Necesitan que el agua les alivie el ardor que les han producido los manjares tomados.
Los caimanes esos días, como diría un papagayo, pensarían que han tenido "días mejores", pero la perspectiva de poder zamparse uno de esos sedientos lobos, les exige algunos pequeños sacrificios.
Desde lejos y tras una contra que ha producido una enorme piedra caída, se sumerge y se dirige hacía el bebedero, en este caso de "lobos".
Aquel, también, nadador experto, ahora cazado, en aguas tranquilas pudo escapar de sus fauces con su habilidad a la hora de nada, podría decirse que había sido con la habilidad y triquiñuelas de una zorra, aunque fuera alcarreña. Ducha esta, en la ingesta de los más variados y graduados líquidos, que acelera la lucha por sus esporádicas, aunque ahora periódicas victorias.
Este alligator si tiene la facultad de nadar en aguas revueltas, también lo consiguen los depredadores humanos que mienten y son sacados de la cárcel, porque los amos les han impuesto a algunos de sus siervos "quien pueda hacer que haga" y eso, para ellos no es una opción, sino un mandato
Cuando está a unos metros de su presa, lo que le va a suponer un último movimiento violento de cola, se queda observando que tipo de lobos son; debemos aclarar que no todos son iguales.
Al final se fija, en uno de muchos aspavientos, pero de nula habilidad para apartar a quienes le están quitando su capacidad para beber.
Ensimismado en su lucha por hacerse valer y creyéndose ya, un lobecito, adulto, por lo cual mira todo el rato enfurruñado a un lado y al otro para mostrar su fiereza. El caiman sabe que no está pendiente de mirar para adelante.
Con ese intenso agitar de cola, da cuenta con sus fauces de ese incauto. Los demás lobos se apartan consciente que siempre pueden tener a disposición una victima propiciatoria que les aparte de ser engullidos, podríamos decir que ese dulce lobo, en el poblado lobuno le llamaban "señor Figaredo".
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