Utiliza las palabras, porque las puede fornicar para conseguir sus objetivos.
Cojan un recipiente, puede ser pequeño, mediano, grande; nosotros vamos a coger una calle. Ustedes han estudiado, pero quienes le siguen toman cuatro pastillas, diez pesas y tres consignas básicas, nada de profundidades.
Entonces les proponen coger un recipiente, aún mayor, la calle. Han conseguido que el culo se le haga gaseosa y si, lo expulsa; a continuación, denles suelta, sin límite; eso si, les remarcan que lo que van a conseguir es algo universal, o mejor nacional, porque se les escapa la grandeza fuera del contexto, por ejemplo: España.
Expelan gasolina, con la mayor fuerza y la mayor desvergüenza posible. Sin complejos les dirían sus mayores.
Eso si, perdone que se lo recuerde, porque eso es uno de los principios que ustedes tienen en cuenta. Aléjense de ese líquido inflamable, y la cerilla tírenla de lejos. Es imprescindible que cuando hayan incendiado la sociedad, ustedes, como les enseñó Mussolini y nos los recuerda el libro M, ustedes salgan impolutos y sin ningun olor a ese líquido que les delataría en su implicación.
A continuación, cuando ellos se hayan quemado; si no han conseguido su objetivo, no se preocupen; ustedes van a su armario y se ponen uno de sus mejores trajes e intentan narrar con la mayor de la falta de vergüenza de la que hacen gala, todo esa canallada que han provocado.
Si han conseguido lo que querían, bingo; mucho desvergonzados siguen diciendo que la dictadura del general rebelde fue un tiempo plácido. Ustedes pueden empezar a realizar sus siguientes barrabasadas. Seguro que en un futuro algun fascista beodo podrá decir que el fascista son los otros.
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