Paseo por una galería de la casa; entre los cuadros, encuentros retazos del pasado en los que me quedo, quizás demasiado tiempo. Miro las figuras como queriéndolas entender; cojo un pincel, unos barnices y los dedos no tapan lo que mente quiere.
Me siento, alrededor de una mesa se encuentran personas con las que comentar las conveniencias de aplicar aquí, una raspadura; allí, unas palabras; sobre los marcos, se piensa también darles otra patina. Quienes hablan comentan sus experiencias, achacan roturas inoportunas y tienen sus razones para haber visto de tal o cual manera aquellas pinturas.
Dice un ex primer ministro francés, Dominique de Villepin que las guerras, las venganzas no van a solucionar el problema, ni de Israel, ni de otros países anteriores. Coge la historia y demuestra que ese afán de venganza siempre ha producido más violencia.
Habla de la justicia como forma de empezar a encontrarse los pueblos. La justicia estos días no la quieren unos determinados jueces, puestos para medrar por encima del sentido último de sus estudios; ni los vengadores de una policía o guardia civil, que quieren arrastrar al odio a quienes tienen unas funciones que si analizan un poco alrededor de esa mesa; les ponen en el disparadero de cometer actos ilegales por quienes dicen defender una España, que es la de los cambalaches. Los periodistas mercenarios envían a sus menores a que reciban las palizas de los que en nombre de esta patria, crear odio, no al diferente porque esos pueden ser tan nacionalistas como ellos, sino a los que, por eso, son su espejo pero en la lado débil de la vida y mientras, existe una mesa donde encontrarnos y que será necesaria en todo momento tener preparada
Allí, alrededor de ella, todo es más fácil
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