Hace unos años dejé de seguir al Ortega, como gusta de llamarse él, como buen catalán que somos.
Se habia inventado un personaje, Aguirre, Marco Antonio creo que era el nombre. Me pillaba en el coche, sin tener la música clásica que me acompaña ahora, y creo que su personaje, paradigma de la equidistancia, terminaba siendo vómitivo. Sentí que se burlaba de mí. Le bajé del coche y de la radio y aunque ahora sigue por ahí, de buenismo, su falta de respeto intelectual a los oyentes me lo hace insufrible. Al fin y al cabo tomó su opción, con Angels, como Crudo, Javier pero este estuvo poco porque desde siempre, fue honesto consigo mismo y no se convirtió en una marioneta después del Ondas recibido para ser una voz de sus amos. Fue duro. Llevamos, desde el principio, siendo parte de su república. sólo por desgracia, somos el 15% de sus oyentes. Los que escuchan al Ortega, creen que no pagan, cuando les llega publicidad, que es quitarle independencia a sus escuchas.
El otro Ortega, el asilvestrado diputado, es otra cosa. Aparece para poner paz, el ser de odio, el ser que llamó criminales a las 13 Rosas, mujeres detenidas después de la guerra, ajusticiadas por un regimen dictatorial, para vengar a un militar franquista.
Se tiene que ser muy amoral y cínico para aparecer junto a la policía para decir que la respeta y que es un emisario neutral entre unos y otros. Quien siempre ha estado al lado de los militares rebeldes y no de los guardias civiles como Escobar y muchos otros; se muestra ahí, para derrotarles. Falsos respetos.
No hay nada que indique en toda España que esta se va a romper. Sólo los Mercadona`s boss y Mapfre (que esperan ¿ser los March de esta época?). Los varios cortes de la intervención de Gabriel Rufián en la sesión de investidura, es una llegada a la realidad del país en el que vivimos. Sin personajes irreales, melifluos y malvado, como el primero y golpista y canallas como el segundo.
García Page dice que le preocupa el ambiente instalado. Me faltaba el Ortega político, también meloso, también maquiavélico. Ahora se entera que el Aznar mefistofélico lo provocó hace demasiados años; cuando un tío habla con su sobrino y dice que los socialistas son unos hijos de puta; entonces el hombre le recuerda que él también lo es, y la madre de este, su hermana. Le hace reflexionar, y eso fue hace más de veinte años, cuando unos cuantos nos masajeábamos con un socialista calculador, colocador de sus palmeros y violento con quienes les pedían más.
¡Ay, Emiliano! piel y cara dura; tu estás en las corrientes que arrasan y no notas los vertidos de odio que vais dejando en las orillas
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