viernes, noviembre 24, 2023

Estiramientos

 El cuerpo es sabio y silencioso. Deja hacer, pero tiene memoria, si no le das lo que te pide; luego que no se te ocurra echarle la culpa de una lesión y empieza a analizar tu falta de atención a los estiramientos que necesita, ni al reposo que reclama. 

  Te puedes embelesar por lo que aún te permite hacer, pero algo, por muy pequeño que sea le tienes que devolver a tu cuerpo. Tu tiempo y tu interés en el que él participa te lo volverá con suavidad y desliando los nudos que se aprietan sobre tus articulaciones.

   Estirando la noche agarro la imagen de una revista, viene la prima y me la muestra, está borrada la abuela y mi nombre incumplidor; me refugio entre las todas mantas y sábanas para alargar el descanso que entre imágenes se distrae en imposibles resolutivos. 

   En el jazz de los jueves, escuchas el saxofón, quieres descubrir la clave de sus sonidos, ahora que después de un año, te descubres habiendo agachado la cabeza, para que está se conformará solo con los pentagramas pero sin levantar la vista a los solfeos, y los oídos al metrónomo. 

   Parece que todo se construyó sin cimientos, y la posibilidad de caerse se hace patente. El agotamiento de los días, tampoco ayuda; sin embargo, cuando voy o vuelvo a la casa de la Abuela, allí, está sentado el recuerdo del saxofonista amigo, Raúl; hoy me dice que siga subiendo esa maldita cuesta que nos aparta de su presencia a quienes le seguimos queriendo. Me lo dice, también en los días oscuros, cuando las cárcavas nos quieren tragar, un lateral nos convertirá en bola de nieve sin parada y el otro, nos añade aún un mayor muro. 

   Metrónomo, martillo no para golpearte y destruir lo empezado; martillo, herramienta para ir cogiendo claves con las que puedas ir remendando lo aprendido y afianzando el edificio en el que puedas homenajear cada día, a aquel tío cantarín, a la abuela, sin descanso hasta el desmayo; al abuelo del que sólo descubriste compras y también la tarea de cartillas desde la UGT, en el 1934 a los trabajadores. 

   Todo eso anda, por ahí; Raúl, su imagen está al inicio de este portátil y la posibilidad de homenajearle, cada día, en cada nota, en cada esfuerzo por no conformarse sólo por avanzar por la carretera del pentagrama, sino en mirar a los lados para leer todo lo que da sentido a cada tramo. Un día, ahora que sentimos que hemos entrado en un bosque, en el que no nos orientamos, puede que hayamos aprendido a discernir cada senda, árbol, animal y podamos homenajear a las Irati, porque su nombre en un bosque de una vida por la transcurrir para ser ella. En aquel inmenso bosque, ojalá sienta los ojos de los árboles que fueron pasos que le acompañaron y ahora la descifran claves de aquellos tiempos compartidos con Raúl,

No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y