viernes, junio 09, 2023

Una coreografía indeterminada

 Me fue imposible ser consciente de lo que estaba pasando, sabía que sólo un mínimo hilo me sujetaba con la realidad, otras veces había conseguido que no se deshilachara esa conexión con lo que estaba pasando. Esta vez no pude, hablaba con "tengo una vaca lechera" y sin embargo, ella desapareció, quizás desanimada porque como dice Javier Pérez Ándujar: "ahora las vacas flacas, votan a las vacas gordas"; mi amigo, compañero de "lechera", vaca, por supuesto, era más bien anarquista como para que se dejará dominar por los grandes, por muy grandes y bien puestas que tuvieran las ubres.

  De lo que contaré a continuación sólo puedo contarlo por las grabaciones que se hicieron mientras la más absoluta oscuridad se posaba mi cerebro y el cuerpo actuaba mimetizado en ser vida, sin poseerla.

   Había hablado durante años, divagando, me mostraban los resultados de los vídeos. Ser director, no era mi opción; que se descubrieran en sus actos era mi ilusión y derramaba palabras claves para abrirles las cajas de los truenos que ellos debían controlar. El tiempo era cruel con mis ropajes, me iba desnudando como aquel artista que me fue guiando hasta dejarme en calzoncillos en el teatro de la Vaguada, porque era parte de su espectáculo de "La Fura del Bauls" que tanto admiraba y que la vergüenza, por la imposibilidad de dar el último paso y mi fracaso en mi carrera de artista, me ha impedido volver a descubrirme en sus espectáculos.

    Ahora en la mayoría de los vídeos veía los ropajes de la superficialidad; de utilizar el tiempo para no ser nada, para mostrar la nula empatía con lo propuesto y, como consecuencia, su realización mediocre, con un velo que cubría un cuerpo, que incluso en su pequeñez, podría tener todas las claves para una potencia que llenará la escena.

    Veía repetición, pero no esa obsesiva que he intuido en Pina Bausch que muestra a unos seres humanos atrapados en un círculo infernal de la cotidianidad. El ritmo, de hoy, era el anodino de no llegar a un extremo, donde quedarte en el acantilado de congelarte, ni en el otro de ser absorbido por un tsunami que rompe las cuerdas que te sujeta a la cordura. 

    Había un miedo a explorarse porque uno se siente más cómodo en los deportes porque muestra una habilidad para devolver pelotas buscando las debilidades de quien las rastreo en él, o porque en el acondicionamiento físico, un gimnasio o su sucedáneo, en un instituto, permite crecerse aún más imponente, cuando uno busca que su cuerpo explote ante los ojos de quienes les observan, por su exuberancia, por sus brazos arqueados y por su pecho, saliéndose por las costuras. 

    Porque esto es hoy el mantra impuesto, girar, salta, andar, equilibrarse bien sólo, bien en pareja o en grupo, combinándolo con intensidades, repeticiones y duraciones mostrando un significado ante el que tienes miedo al fracaso se convierte en algo denostado para que el crítico obtenga su valor por el menosprecio de lo que no se atrevió a conocer, para reconocerse en lo realizado.

   No es más sabio quien los llevó a ese precipicio y les invito a hacer equilibrio sobre esa fina línea entre el abismo y el éxito, sin darles, dicen que por la palabrería, claves para que como argonautas viajando a zonas comanches, puedan entrar  en aquellos lares viendo seres con los que empatizar al  reconocer lo que allí existe.

   Los audios preparados por Isaac están ahí, casi escondidos, entre múltiples archivos; creíste invitarles a conocerlos pero se ha instaurado utilizar, sólo, lo que te sirve para aprobar; no es culpa, sólo, de ellos porque cada uno de los que tenemos púlpito creemos que lo nuestro sería la tienda a la que todo el mundo entraría por nuestro ampuloso letrero; sin darnos cuenta que las luces, las tienen todos y en el horizonte apareces como uno más.

   Por la edad, no te has dado cuenta, debes ser también director de esa pieza musical, de ese corto estrambótico y generarles unos movimientos. Cuando hayan viajado en ellos, entonces, descubres tarde, que tienes derecho a desaparecer. 

   Aquel actor sigue esperando que se desnude de los miedos, cada uno de los protagonista, para vestirse por haber hecho, explorándose

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