miércoles, junio 21, 2023

La piedra

 ¡Ea! Me he subido a la superficie a respirar CO2; una maravilla, ¡Chica! Lo haré más. Estoy tan contenta como cuando el escribiente habla con ella, la mujer coraje. Creo que cantaré una canción y me da igual que ya me hayan contado, por enésima vez, que Ulyses no me hizo caso y evitó chocar contra las piedras. Muchos otros cayeron pero eso ya no me divierte. Ahora, lo que me pone es que me vengan a ver, en un submarino, en dos fragatas, varios helicópteros y no sé cuánta gente más y cada una con su parafernalia. ¡Hostias, como no me va a gustar esto! Ah, y buzos, con unos trajes, que no te haces a la idea de lo que hay dentro.

  Igualito, que cuando me voy a otras rutas. Cuentos de personas en un solo barco y todas que se amontonan para verme. Encima se tiran desnudas, sin trajes; gente demacrada la verdad. No se qué gusto sacarán de verme y luego que no puedan salir a la superficie a contar mi belleza. No las entiendo.

  Los otros, pasan un rato, salen y se van. Creo que sería mejor, pero al ser humano he dejado de comprenderlo.

   400 personas, que no me sacan fotos, unos; otros, me dan la espalda, cuando se cruzan conmigo. Gente desagradable. Los primeros, un día me ofrecieron encerrarme en un sitio muy bonito. Les rechazé, les tengo calados. Ahora, son tan variados sus recursos y trajes, que se hacen atrayentes. 

   Lastima que unos y otros no se pongan de acuerdo. Al menos para salir a la superficie y contar mi belleza física y de voz.

   Parecen la izquierda, cada uno por su lado. Aunque en los primeros, se ven que van más desahogados:

   Posan su soberbia sobre la piedra en la que me exhibo y deshacen algunas de sus partes para ponerlas en el cuello de los seres humanos que les desdibujan por su criminal trato a quienes desnudan su egoísmo de siglos. Les quitaron sus riquezas, les semblaron de bombas sus tierras y les elevaron infernales muros con argamasa de odio cuando les llegan a sus tierras con el único fin de la vida a la que algunos colectivos defienden pero parece ser con la vehemencia de la hipocresía que vuelve a poner cadenas a una libertad que sólo les pertenece a ellos

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Siameses y mercader

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