Seguro que con este tiempo volveré a ver margaritas por los campos que recorro.
Hubo una época que cogía por ver si tendría suerte con esto de los amores. Nunca supe como empezar de tal manera que alguna vez tuviera éxito.
Estos días cojo tréboles, ya sin mucha esperanza; parece bonito el entorno, pero ya sólo tomo uno, y en el primero se me presenta una pantalla donde aparece Iñigo Errejón y al lado Sergio Pascual, aclarando como se portó el primero con sus compañeras de proyecto. En la segunda, pétalo veo a Baldovi, su permanencia en el tiempo y su abandono de Mónica Oltra, que se enfrentó a la Valencia de la corrupción política.
Si nos vamos al tercero vemos a Yolanda Díaz y su toma de la palabra, cedida por Pedro Sánchez, en la moción de censura y la invisibilización de Ione e Irene.
Pienso que no la tenía que haber cogido, es un campo sembrado, abonado por elementos artificiales.
Levanto mis cejas, a lo lejos, junto a un terreno amigo, percibo una zona llena de basura orgánica, vamos mierda de oveja y de vaca, su olor dicen que es nauseabunda, que no me acerque a ella, pero un trébol me ha atraído, por su extraña atracción, como me pasa a quien me llena desde la cabeza al corazón. Me parece tan deseable, la última, tan quedarme junto a ese trébol tan denostado pero real.
A Margarita, la visito en lo que soy; por los campos de margaritas, me visto
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