Ahí andarán subiendo unas con un cuento al que no quieren traicionar. Lo llevan en la mochila de su mente, y ahí pesa mucho, si no, que me lo pregunten lo que me pasa con el Minueto en Sol Mayor de Juan Sebastian Bach, le he dedicado tanto tiempo que si, ahora, se enterara ella me hubiera dicho: con ese tiempo que le estas dedicando a esa página llena de matices, te hubiera dado una segunda oportunidad, y no que te corta el rollo hasta onanista. Siempre tan aceptada, en muchos días, tan ausente.
Dicen en 5W que Berlusconi estuvo 3 décadas en el “candelabro” de la política italiana, primero y luego, mundial. Enric González e Iñigo González nos iluminan con anécdotas como fue más, desde hace 50 años, cuando ya había empezado a cimentar lo que luego fue su ataque a la construcción de un sentido de la dignidad en un país.
En M, de Antonio Scurati, se cuenta como Mussolini, el periodista, supo jugar con las fortalezas de una propaganda salivada desde los programas de entretenimiento y debilidades de una sociedad entregada a los Arturos Ui, para crear un Estado aparente, al servicio de los de siempre y con la bota dispuesta que unos movían para aplastar y otros recibían como bendición porque la desvergüenza con glamour, “no sabéis lo bien que entra, como con vaselina”
Son poco más de 20 minutos lo que hablan en el “avivir” de Javier del Pino que con su inquietud humana y con el equipo que es capaz de tener en una forma intelectual necesaria para saber dar lo que ayuda a elaborar un retrato moral de los sustentos que tenía Silvio, a todos los niveles, culminando con la ceremonia religiosa en la catedral de Milán, sitio que le aclama, mientras calla su defenestración, entre otros poderes, por aquellos tiempos en los que la degeneración fue subiendo en tal magnitud de grados, hasta vestir de monjas a quienes luego, parece ser que entre otras cosas serían folladas; en la economía parece ser que también había entrado en otro tipo de degeneración en la cual, no eran, una vez más, los ciudadanos, los postrados y siempre agradecidos, como han demostrado acudiendo en masa a sus exequias, sino que serían esos tutores en la sombra que, por un sentido de la vergüenza, pensaron que “en público”, si debían ser puestos a cuatro patas podrían tomarles por el pito del sereno, y eso, sí que no. Pasó en el 2011, y sucedió sin grandes escándalos, sólo, “que se fue, se fue” como en la canción, llevada por el viento del norte político y los señores, sadomasocos algunos, pero no exhibicionistas le habían puesto en su sitio.
Un señor mayor sólo sube a este escenario virtual, porque se alejó, como dijo aquel "juntos pero no revueltos", para dejarles que vaguen en el limbo de sus suposiciones. Crecen sus demonios y visten de Armani lo desvergonzado; la moral como cadena
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