jueves, junio 29, 2023

Júbilos

 Se abren álbumes de fotos que tiene una tele de araña como cierre, después de muchos años sin ser visitadas. Antes, contemplas una carrete de diapositivas que son como una visita por muy diferentes momentos de la vida.  

  Todo aquello pasó y te enseñó, pero parece que cierras esos momentos para no contemplar la insultante juventud que tenéis en alguna. Hace tres años, un alumno robó mi cámara de fotos, de la que estaba orgulloso y no quise perseguirlo aunque, por un lado, cada cierto tiempo me vuelve el enojo por esa acción que me pareció vergonzoso y por otro lado, supuso como un corte en las ganas de hacer fotografías, que por lo que veo en lo anterior, si la tenía en diferentes momentos de la vida.

  Ayer, personas a las que he acompañado en su tarea docente, se jubilaban. Apenas, en la mayoría de los casos hemos tenido un relación cercana. La fotografía que tengo de ellas es la de cruzarnos por los pasillos, para llegar a sus clases; la de oírlas hablar de tal o cual conducta de algunos de los alumnos y de lo difícil que es entrar en una clase, sobre todo a última hora de la mañana. Coincidíamos, muchas veces, en las sesiones de evaluación donde te contaban los porqués de tal o cual actitud que tú no habías comprendido en mitad de sesiones de 55 minutos, porque ese día habías pasado por casi 200 estudiantes. 

  Hubo momentos en los que estuve más silente, porque con el paso del tiempo has comprendido que no siempre estabas en las mejores condiciones anímicas, aunque siempre te habías entregado a la enseñanza-aprendizaje en el que siempre, piensas, que lo has hecho con el máximo interés.

 En esas reuniones, profundizas en la personalización, como cuando vuelves a ese álbum y ves a aquellos amigos con los que intentaste ser clown; "payaso" que diría el admirado Javier Cansado. Fue un año intenso, con Javi, con Edu, con Fernando, que culminó en varios días por los alrededores de Aranda de Duero. Con nuestro gran abuelo, lleno de humanidad, que se atrevía a romper la indiferencia de algunos de nuestros compañeros de camping, y se lanzaba a narrar cuentos envueltos en paquetes de cariño, y con lazos de abrazos con los que que se narraban cada una de las anécdotas más comunes de un ratón, o las palabras más gigantes de un labrador con panza por donde deslizar sueños.

 Estaban ellos investidos de las locuras de clown y desvestidos de la maldad y la prepotencia. Acompañe durante aquellos años y estos cursos a un profesorado que se desesperaba porque hubiera grupos donde no era posible conectar con ellos; en unos, que se habían ido acercando para contarte tal o cual cosa de las dificultades de una alumna determinada, aprendías que su humanidad era grande, porque incluso, de forma directa compartía de forma particular lo que veía en aquella clase, con algun alumno encerrado en círculos que le volvían a meter, tras haber escapado, por algunos instantes de ciertos que les habían oprimido durante otros días.

 Se van un profesorado que, al final, reconocemos que somos una pequeña muesca en la vida de tantos estudiantes; aunque, se agradecen abrazos de alguien que te busca de forma solitaria y a la que recuerdas en los primeros meses, como arisca y de mucha dificultad para encontrar el sendero por donde confluirnos. 

   Cuando estamos calificando, en muchos momentos, olvidamos que tienen muchas vidas, fuera de la clase en la que nos encerramos. Las profesoras que se van, también, y ahora, con más tiempo, se buscarán en otras fotografía, aunque remirarán, como yo en estos momentos, el cariño de aquellos ciclown y las miradas de quienes, al atenderte, parecían que absorbían algunas de las reflexiones que te salían de los años.

   Álbumes para abrir de vez en cuando, y recordarte que eres de lo que fuiste pero que algunos momentos particulares merecen ser tocados de nuevo, como ese Minueto que siempre desaparece durante unas décimas de segundo

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