El pestillo de la puerta está echado; fuera un jardín se va llenando de primavera, por un lado las flores brotan tejiendo un tapiz para nuestras caricias; por otro lado, los árboles empiezan a rellenar sus desnudos brazos donde no cabían los tatuajes; sus transparencias tenían la capacidad de dejarnos leer las estrellas. En invierno, me llevaba una esterilla sobre la que había estado a las orillas del río y debajo de nuestro árbol contemplaba estrellas para poder leer mi pasado. Cada año parecía que aquellos astros se multiplicaban o reinterpretaban algunos actos del pasado.
Me acerqué, por detrás, a aquella habitación de la que salía compromiso. No quería aceptar el porque me habían dejado fuera. Dentro Piketti y Gerardo Tecé tenían una entrevista, donde el comienzo del último, sobre fútbol, había parecido echar para atrás a Tomás. En el capítulo de su libro "capital e ideología", habla el autor francés de como conseguir una sociedad más justa, nos habla de utopías, de bonos para todos los ciudadanos para que distribuyan ese dinero entre el partido que piense que le representa.
¡Uff!, afirma Gerardo, que el fútbol no puede dejar de ser un reflejo de lo que la sociedad ha dejado de ser. Todo lo que Piketti afirma que deteriora una democracia, como cree Tece, que un presidente de gobierno no sea juzgado por corrupción o que los jueces libren de forma periódica y cotidiana a las grandes fortunas u otros poderes quienes contravienen la ley, a la vez, que se equivocan, en la misma dirección siempre, con otros a los que imputan.
Todo eso, no debe aparecer en el fútbol, a un energúmeno gritando en un campo de fútbol se le sanciona, a dos políticos partiéndose de risa enfrente de una victima del terrorismo, se les cubre la espalda o se le saca del trullo. El fútbol y el ciclista no debe admitir a los atletas que jugándose su futuro, por milésimas, milímetros o traspasar rayas pueden caer en el olvido.
Insinúa a mi mente, Tomás, que las grandes corporaciones armamentísticas que inflan las cuentas de políticos agradecidos que se arrogan situaciones de dos siglos anteriores para no prohibir las armas que eliminan más seres humanos que los coches en un año, como puede ser en Estados Unidos, pueden vanagloriarse de patrocinar equipos o de ser verdes o de ser mensajeros de su dios que les guía. Todo ello, para generar una sociedad injusta en el que ponga en duda hasta si es humano alguien que viene de fuera para vivir, al principio de tus sobras o trabajos precarios y luego de la misericordia y en contados casos de un éxito
Ahora los clicbaits nos llaman a emocionarnos con el esfuerzo agónico de un ganador, aunque para la épica también nos vale un perdedor, si su imagen es muy patética. Por eso, Gerardo se alegra de que esa mística con la que el deporte trasvertía la sociedad, este cayendo, se destruya las apariencias para que aparezca sus mentiras.
Piketti, con tantos análisis de lo ha pasado en la sociedad, y en muchos deportes, pugna para que se admitan soluciones de justicia.
En una posterior reunión, quincenal, no se admitirá la utopía como animal de compañía. Y aunque crea Gerardo Tece que se debe reflejar que el deporte es la sociedad. Los paparazzis de los medios comprados sacarán lágrimas con el esfuerzo ímprobo de un niño que salió de un arrabal
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