Se aviene a escuchar, después de desparramarse en un litro de agua y un kilo de arroz; sobre el escenario se han trazado mapas de sueños, por si así fueran sus brazadas entre las estrellas
Hilmar af Klint, nos donó escenarios de viajes en las aguas. El papel es débil, la fortaleza viene de embarcarse en un pincel y ponerlo rumbo a islas de Cíclopes y a tormentas donde sirenas te acojan en sus brazos.
Ulyses no cayó en sus brazos, dicen que hubieran sido garras quienes le destrozara la brújula de vuelta.
Aquí, el osado como viendo al amigo, al desconocido, a la navegante, al cuidador de ovejas, decidió que las interpelara, quizás a Beatriz, mejor a Hero que aún creía en un amor.
Zozobraban desgarradoras interpelaciones con sus filos que abrirán las carnes de los cielos para que sus rimas sean conexiones con la realidad de una sociedad embrutecida.
Embarcan orcos en móviles liberticidas, empleados para propagar odios, bajezas, depravaciones. Convertidas las pantallas en un circo donde una niña es arrojada ante las bestializadas mentes; acuden como espectadores mediáticos inocentes mentes que verán el espectáculo, callarán y aprenderán de los mayores pasando el tiempo viendo como jóvenes ocupan las horas de máxima audiencia proclamando sus hazañas sexuales, saldando sus cuitas y provocando desgarros entre voces que llevan insultos, vejaciones,
Dejarán que marché por un desierto de espinas al hermano, porque los animalizados seres poseen el don de irradiar con un sol de tiranía el silencio ante las luces apagadas en una niña.
Ahí aguas desbordadas en el canallesco paisaje de publicitarios espacios cedidos por las empresas que pagan sus anuncios para que el odio sea inoculado en dosis homeopáticas
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