En una furgoneta, descansan tres personas. Han plantado árboles y plantas que protegerán a los primeros. Las parras han sido la culminación de su trabajo. Dentro de un año, en otro acto social, podrán comer sus uvas o beber su néctar. Están satisfechas, puede que en unos días una cabaña les dé cobijo y entonces puedan prescindir de la caja de ese turismo que han ocupado dejando fuera a sus dueños legítimos, Abis y su amiga que cumpliendo su tarea, ser preparadores físicos de la gallina. Sienten que esos seres de extrañas costumbres han tomado al asalto su espacio, nada que ver con los jusatpoles que se creen enviados para poner "un orden", el de sus dueños, que quieren democratizar sus medidas a golpes.
Lo de Abis es otra historia, mira a los invasores, no da vueltas como con sus amigas voladoras, se queda fijo. Alguien le mira de reojo, antes de perder la consciencia, cree ver el diente retorcido del cánido; el cansancio le puede, aunque siente que Olmo, otro perro que ha acudido hoy al evento, ha tirado de su pernera y lo ha
arrastrado fuera de la furgoneta para caer sobre Daysi, la perra, está se incorpora y se ve en volandas amerizando en el mar del Norte.
Cuando le posa sobre un velero abandonado, Daysi desaparece, él encuentra la gorra del capitán de la embarcación y de inmediato cree que podrá dirigirla a puerto. Las olas de son de dos metros y rápido, sube la vela mayor y el foque. Recuerda aquel otro, que no pudo soltar enfrente de la costa de Lorient y provocó el vuelco de su hobby 16. Ahora todo es automático y pronto surca el mar hacia la costa de Noruega, que es donde le ha dicho Daysi antes de desaparecer que debería dirigirse.
De pronto, pega un brinco, acaba de ver un hombre en las gélidas aguas, está vivo le hace señales, la última es que le corta el cuello. Aún así, acude a su auxilio cuando ha visto una aleta de tiburón que se acercaba, al ahora, suplicante submarinista. Cuando se queda aproado y le lanza un cabo, nota que el sol se ha sumergido y que la noche ha llegado lanzando un sonido aterrador. Cuando se vuelve un dron con una cuerda se lanza a su cuello, lo último que ve es USA Army, se despierta y ve a Abis, en su trono, con una sonrisa y una condescendencia que le tranquiliza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario