Salta la noticia entre las ciervas del lugar. El ciervo se ha fijado en ella y parece ser que pronto tendrá la primera cria.
Sobre un barranco, casi, seco desagüa el torrente de unas lluvias inmisericordes. Nadie pudo imaginar que durante tanto tiempo, tantas mentiras pudieran cubrir la faz de muchas casas. Sienten estas que son inmunes a los extremos; se vanaglorian de su equidad ante las tormentas que ya son aguaceros de 20 días y el calor que se abate con rayos de hierro para golpear, eso sí, sobre el impávido inmueble que todo lo recibe, pero nada le cala.
Ya el tiempo eterno de agua, un día consigue una fisura imperceptible. Cuando meses después descubra que a la corrupción va su voto; a la brutalidad, su cuestionamiento posible; y a las apariencias, su vestido de equilibrio dotado por las marcas, sin responsabilidad. Entonces, quizás, estar húmedo, crea que es su estadio natural. Y hablar de madurez, piense que es por la humedad que le ha ido penetrando.
Cuando en otros no ve suelo sobre el que edificar, quizás es que ya, se ha convertido en el cauce, por el que todos los desechos de la naturaleza, los del ser humano, ajenos a ella,, transcurren. Surfeando los obstáculos interpreta que la tierra le ama
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