En la mente que entretienen los tiempos, esculpen en oro sus máximas. Quien las piensa lo adora, quienes la siguen se postran.
Difícil pasar las hojas de un comic que nos deletreo el origen de las postraciones. No eran las grandes guerras, ni buscar desentrañar los sueños que se mostraban. Un día, porque nos faltó, algo, quizás desde nuestro olvido, empezamos a confiar en quien no tuviera otra ocupación que la de protegernos.
Habíamos visto a alguien que nos atrapó en recuerdo y se marchó pensando tenernos subyugados lo que fuimos. Temimos que aquello pudiera ser comerciado. Alguien pasaba por allí, se lo comentamos, sin darnos cuenta que había cambiado de disfraz.
Llamó a tantos que vieron nuestras debilidades como su alimento que empezaron a exhibir sus prepotencias con la excusa que eso pararía a los osados.
Un día, descubrimos que la alianza de ambos no quería testigos que nos ayudará a denunciar sus traiciones.
Ahora éramos nosotros los llamados osados y menesterosos y desde luego ellos, con todo el poder que les habíamos dado no iban a pedir ayuda.
Recordando aquel cómic y las viñetas de la interpretación del imprescindible Bertold Brecht "la increíble ascensión de Arturo Ui", en el frío de un otoño que no prende la mecha y amenaza que la noche emparede con menos cero, my back pages
No hay comentarios:
Publicar un comentario