Surge un árbol diciéndome que pare como si esa cabra que esta micionando junto a su tronco le fuera a dar pies para cogerme de la rama y salir de paseo.
Me da pena, junto a su corteza y debajo de sus hojas, me he subido a la nave para partir el centro de la tierra, entrando por la puerta de atrás de ese volcán que vomita humo a través de la que nadie puede soñar la mirada de aquella que se elevó ingrávida.
No, no puedo pararme ahora, y no lo comprenderás pero primero quiero dar una patada a ese charco que te quiere ahogar, en insaciable lucha contra el hambre de verlo seco cegando todos los poros que sólo son de excrecencias de sudores.
Si, me iré contigo, algún día, noble nogal pero tantos desafueros anidan en esos taimados apostadores de póker que te dan las cartas mirando a los ojos como si ellos lo tuvieran en la cara y no, esos las tienen en sus dedos que se reproducen de sus putrefactas neuronas, escondidas en bazofias que como pieles cubren sus ambiciones.
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