sábado, noviembre 20, 2021

Jugar al Tulipan

 Muchos tienen el recuerdo de niñez de jugar al Tulipan y la sensación de poder paralizar a los demás.

 Es muy estimulante sentirse con el poder de tener controlada al resto de la sociedad; hayan decidido participar en el juego o no. 

  A mi lo que me sorprendería es que me apeteciera quedarme moviéndome como un molino, sin tener los brazos que tienen los demás.

  Parece más lógico salir evitando esos golpes e incluso ayudar a quien han dejado paralizado pero que quiere seguir haciendo su propio camino. Diego, por ejemplo, fotografíó un desahucio y piden una condena ejemplar para él; pero no sólo, sino para que nadie repita la misma acción. A algunos pretenden alargarles las manos para que puedan hacer lo legal, pero también lo que no tendría mucha legalidad. No comprendo que se pudieran sentir cómodos; no por verse en fotos, sino por hacer algo ilegal.

  Esas extensiones, como las del pelo, no puede esconder la realidad de lo que eres o posees. Las apariencias que te quieren dar no debieran serles cómodas; lo mismo luego te piden que vivas en lo ilegal de ahora y en lo amoral de estos que cambian las leyes para su beneficio. 

  Sentirse marionetas, cuando jugando al Tulipán tienes los brazos extendidos es una pesadilla que se puede evitar para ser tú mismo y no servir a una parte de un pais. 

  En el juego, puedes encontrar variantes, algunas de las más divertidas como que alguien quiera salvarte de esas posturas tan incómodas de servidumbre y tu quieras cerrar las piernas para colaborar en ese tu descenso a los infiernos, de atender al desprecio y luego al odio de ver a esos deambuladores que les llaman profesionales. Es mejor, piensas, sentirte como "las cosas deben ser"-

  Otras veces, cuando corriendo y leyendo siento que puedo pasar por debajo de esos seres inmóviles, con ansia por poner todo a su disposición. dejando algun movimiento imprescindible para que les sirva. Veo que quieren abrir justo como para que me quede parado entre sus piernas. Siempre hago algo, a veces, les pego un cabezazo, con el riesgo que les guste, que son mucho de esos. La más pequeña duda en el acto reflejo o aguantar un poco o cerrar demasiado pronto me sirve para escapar.

  ¡Qué juege al tulipan, SPM!. me digo.

  Entonces, por si me lo sugiere otra vez, busco el momento en el que haya mucha gente que prefiera moverse

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