Poco imaginación si que tienes, me dice mi mujer antes de salir de casa para
llevar a las niñas al colegio.
Siempre le digo el título del artículo que me han pedido para
"Do gardyan": Crecer bajo magmas, le pondré al de hoy.
Un 20 de Septiembre de 2021 en España poner esas palabras para atraer
al lector tiene dos posibilidades. Una, habrá cientos de artículos con
parecidos encabezamientos, con lo cual, se difuminará entre otros mucho
párrafos transcritos por escritores con mucho más prestigio. Por otro lado,
siempre habrá algún visor del Tik Tok que llegué a mí y que metido en ese
mundo, no tenga tiempo de ver la realidad y se sumerja en la mía; que puede que
no sea la mejor.
Cuando llego al bar, donde me espera el café y el vaso de agua, que
ya se han acostumbrado a ponerme tras varios años, en la misma esquina de un
escaparate que de pequeño contemplaba, con un señor sin pelo que de vez en
cuando levantaba la vista pero siempre me parecía que no miraba a ningún sitio,
ni a nadie en concreto, porque seguía la trayectoria de su mirada y por mucho
que zapatería Lulú, fuera intrigante en cuanto a la persona, después de tanto
tiempo pienso que alguna vez habría salido ella de allí.
Hoy, un pequeño librito se posa al lado de mis dos bebidas, que
tomaré muy despacio. Dentro de él, he metido unas hojas en blanco, por si de
"Providence" de Alan Moore sale alguna hoja. El libro lleva vagando,
casi tanto tiempo como yo. Podría ser una oculta afinidad.
Todos los componentes para una ciudad humana están en las
entrañas de este espacio. Las personas, con sus diferencias, los mismos que
compran o venden; los espacios verdes que tienen la posibilidad de agrandarse
con las calles-carreteras que parecen querer siempre hincharse pero que en
nuestra respiración hemos comprobado que también necesita soltar el aire, para
renovarse.
Sólo existe un gran inconveniente: la aceptación de lo inevitable
para admitir que las cosas no se pueden cambiar. El crecimiento debe ser
infinito y ¡ay de aquel que lo vea de otra manera! será el culpable que los
puestos de trabajo se extingan.
¿Qué poder tiene esto?
El de ser un magma que avanza, siempre muy lento, pero que impregna
en su colada todas las cosas que nos rodean.
Contemplas los destrozos cometidos en Murcia, incluso los más
cercanos en nuestro río Henares, construyendo sobre lugares que serán anegados
en riadas fuertes. Conllevará su destrucción, el empleo de un dinero para
reparar ese disparate y algun otro lugar que por esa retención al final sea
afectado. Sólo de ese punto, extraes ideas, indagas los otros caminos posibles,
incluso los empleos que podrían haber salido de esa otra opción. Bien, te
sientas, pides un café y a la primera de cambio, te sueltan lo de los
ecologistas; por cualquiera cosa, generalización; son esencia malos, por
defender los animales. Tú, metes la cabeza entre las hojas del periódico, pero
a la vez la mueves, siempre es bueno que sepan que das la aquiescencia aunque
lo que en realidad sea es que se te revuelve el trago, estás a punto de
expulsarlo por la boca que has sellado, el líquido busca otra chimenea como el
volcán, pero en este caso es la nariz que empieza a supurar agüilla de sudor y
lágrimas, Churchill dixit. No contento, porque parece que como en el milagro de
agua y los peces, y ha crecido busca algún hueco por entre los ojos. Sientes
que estos no tienen toda la consistencia que debiera tener su sellado con
onduline natural.
Así, que aliviado con un pañuelo de seda. Siempre les relaja,
intentas continuar que la construcción indiscriminada ha provocado esa
contaminación que perjudica al ser humano, que no dices que es un animal,
porque lo hiciste cuando lo de los peces y ya sabes lo del queso y la bola del
mundo. Mentas la bicha y salen los ecologistas, el magma.
Ante esto, ni se te ocurre hablar de los estudiantes de algún
colegio católico que recibe a su Britney Spears, al grito de quiero ser el
padre de tus hijos. Oyes, como expulsan a profesoras válidas; sabes que
seleccionan y cobran bajo cuerda. En muchos casos, salen de allí, desde la
honestidad para completar una formación que les lleve a enfrentarse con la
universidad pública en las mejores condiciones; pues nada, llegas con el
hatillo a la orilla del río, el santuario no está muy lejos y lo miras por si
las aguas suben para que su tejado sea salvador. Hoy, de todas maneras, no
bajarás, pero recibir si que recibes: oye que la culpa es de los que pretenden
que pasen de curso, sin aprender. Yo, bajo la pala de forma inmediata, y me
alejo, a mi, hoy, tampoco me pilla el magma
Por
si llego a tiempo, o por si las rutas desvían de mis ilusiones, a ese peligroso
y asfixiante elemento, en la semana de la movilidad, recuerdo la Uniclimática
de este verano y el proyecto que se está llevando a cabo en Barcelona,
reduciendo las calles con dos o tres vías para la circulación de coches, en
espacios para las personas que viven allí y que puedan salir a convivir con sus
vecinos.
¿Cuánto
durará?, como la experiencia de “carnecruda” que han contado hoy, pero tuvo el
viernes pasado en Valencia, como la de Cádiz, como el Madrid Central que hacía
su almendra principal un lugar de encuentro y paseo. Un día un iluminado o
iluminada creerá que por ser “guay” tiene que quitar del medio y cortarle la
cabeza, por ejemplo, a un Carlos Sánchez Mato, que ha reducido la deuda de
Madrid de forma increíble y. aún te resulta más loca esa concesión, porque se
lo ha pedido quien nunca la apoyará. Tras conceder ese sacrificio humana en un
altar, el desánimo y la división, paralizará a quienes en esas otras formas de
hacer las cosas y llegará esa regresión que es volver a dar el dinero a la
especulación, a las construcciones teatrales, a las petroleras que agradecerán
los coches, los aparcamientos, por tanto, necesarios, los equipos médicos
plásticos imprescindibles para sanar lo que se había evitado de una manera en
la que el dinero iba a las escuelas infantiles públicas y otras primeras
necesidades que ayudaban a todos. Y lo ves, no te lo puedes creer, pero
Ahí está de nuevo su magma