domingo, abril 18, 2021

En la taza

 Un sillón, el Sol que ha salido por la derecha y diseña un espacio sobre la pared bañada en un arcilla que será modelada por Leila Guerreiro. Diálogo consigo misma, conmigo para enseñarme a cuestionar las luces con las que he visto esa casa que se erige un tanto ajena al entorno que ahora destila verde por todos los poros de una primavera ansiosa de exuberancia. Aunque también la nieve en su exceso fue exhibidora de la fuerza de una naturaleza ultrajada

 Enfrente de esa mecedora, una taza sin armario porque se ha convertido en una compañera al despertar y al acostarse. Aquí, están las caritas con sus emoticones happys para contener sucedaneos que, sin embargo, me permiten digestiones mucho más ligeras y sanas. Al lado, he intentado dar la salida a unos copos, pero a diferencia de los de Enero, estos se me hacen bola y admitirlos no resultan nada fáciles. Compre un aparato para convertirlos en una bebida que se haga más digestible como la conciencia de ser un buen humano.

 No encuentro medida sobre lo que es eso. Me la ofrecen tantas publicidades que como un zelig, intento asumir la de todas las magníficas imagenes con las que se postulan cada una. Pero creo que termino decepcionando a todos y sobre todo a mí, con el que hace tiempo que no me encuentro. A pesar de todo esto, no he llegado a la miseria de pedir que me arrullen para fastidiar a otro. Quien me daría esos mecidos en nombre de odiar al otro. ¿Sería mi esclavo?

 Al lado de mi container de bebida de soja y por la mañana de café, un libro me invita a fomentar la creatividad, quizás sólo para mí, pues para los demás necesitaria un tiempo que se me desordeno y lo muestro en hojas caóticas.

 Abro por un sitio donde tres personajes deben mostrar reacciones ante palabras que pueden haberse dicho de forma torticera.

  Uno de los personajes se desenvuelve enseguida del silencio y empieza una perorata que en un primer momento, por imprimirle un tono Bonesco, eludo atender por tener una cierta reticencia a la falsedad. 

 Por algun lugar común, empiezo a atenderle, en ese momento nombra sentirse ser humano porque ha eludido quitar el dinero al otro con el que vive, porque aún teniendo, algo de menos dinero, considera que la posibilidad de que su, podríamos llamar oponente, pueda tener también una vida independiente hace que puedan coincidir para retroalimentarse en otros aspectos, que no sólo es el monetario.

 Nadie haría caso a ese charlatán si en muchos momentos, no deja de ocupar los lugares comunes. El segundo dice, nadie, por mucho que lo diga la voz modulada sobre lo que antes llamaríamos un animal que ahora hemos humanizado, admitiría ser español llamando subvencionado a quien tiene la necesidad de alimentarse con el apoyo de la sociedad, y no a quien saquea a base de recibir apoyo por ser hijo de, hermano de, familiar de.., 

 El tercer personaje de nuestro ejercicio juego no se mueve, por horas pareciera que sería capaz de permanecer inerte ante cualquier explosión de alegría o de ira. El Bonesco aparentador y ese que tiene claro que un ser humano, incluso español puede aspirar a un equilibrio en el que las monedas de oro se debe repartir para no hundir el barco común. Nuestro último personaje, ha creado su propio ritmo y cuando se le acercan, él permanece impasible, no les da la espalda. Le hablan a medio metros. Sin inmutarse tira hacía adelante, tranquilo, pausado.

Cuando empieza a correr, no para, parece agotado pero sigue intentando llevar ese ritmo.

   Percibe las voces de aquellos chámanes o de nuevos, pero todo se nos escapa, aunque al correr quisieramos ser infinitos

 

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