jueves, abril 22, 2021

Desiertos

 Comprendió que estaba sólo, que alrededor podía tener una inmensidad de cosas pero nadie se cruzaba con él. Miraba y se giraba y parecia que, incluso de los sitios más inesperados podrían salir seres con los que compartir algo. Pero si los veía, percibió que de ninguna manera hacía mella en ellos; de pequeño había soñado ser invisible en aquel pueblecito en el que el número de hermanas y familiares eran tan infinito que añoraba un poco de tranquilidad. Ahora no, en este instante se sentía tan desválido que, a contratiempo, había logrado el deseo de su niñez. Por un momento, imagino volver a ver a su madre a la que tanto añoraba, por si se cumplía alguna vez.

 Imagino correr, pero eso lo hizo en ese instante. Empezó salvaje, porque necesitaba ya mismo contactar con alguien que le hiciera sentir humano. Más y más hasta sentirse extenuado, aún así permaneció de pie por si alguien lo veía; nadie, parecía que el viento le atravesaba y no paraba ante su cuerpo. Ni era vela, ni era polvo. 

Siguió hasta desollarse las plantas de los pies, hasta quemarse con el baño de arena que tuvo que darse para esconderse de seres que eran armas y de estas, había aprendido a escapar. También habían llegado contumaces seres angelicales, que en un primer momento mostraban objetos que jamás habían visto, pero que con el tiempo, se hicieron acompañara de mercenarios que ante nuestras dudas, exhibian fúsiles y otras armas que nos mostraron eran contra la naturaleza de nuestros días de pesca y convivencia que ya había envenenado, entre quienes antes nos ayudábamos.

  ¡Qué raro era que ahora aquellos seres pertenecientes a una superliga que prometían que nuestros barcos se beneficiarían de lo que ellos se llevarán, hubieran terminado llevando a nuestras herramientas a los desgüaces prometiéndonos otros que habían sido sólo escaparates, que nunca se llegaron a materializar.

  Y así, cuando parecía que las últimas dunas, darían paso a una vegetación que le permitiera descansar de aquellos sádicos rayos, comprobaron que las ramas, apenas tenian altura y las hojas estaban siendo arrasadas por un voraz insecto, no propio de aquella zona. Aún asi, tuvo alguna esperanza en alguna construcción diseminada por aquellos parajes, que junto a mesas pobres en alimentos, atisbaron condimentos de pulsos de corazón y en alguna que tenía las ventanas abiertas, vieron como a su paso se cerraban como para conspirar contra él y todos los que habían sido arrancados de sus risas, corazones, besos y caricias que sólo en algunas noches con sueños tenebrosos alcanzaban a calmar sus terrores.

 Huyó de las segundas; trabajó para quienes en su misería, animalizaban al errante y un día, como por arte de magia, apareció en otro pais.

  Allí, algunas mentes enfermas les señalaban; tenían el apoyo de aquellos invasores de sus riquezas, que aquí también exorcizaban a la mentes que se reían con los otros, pero se ofendían cuando podían sentirse ofendidos.

  Comprendió que podría correr, cada vez más rápido, alejarse por los viricuetos más  enrevesados de los salvajes, pero, el tiempo y sus experiencias le mostraron que era una especie universal. 


No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y