Durante unos días, en el coche han puesto: "José guarro"; si el cristal hubiera podido contestarle al escritor le habría respondido:
"He visto cosas que tú no te creerías"
Ya, apenas ha llevado piraguas este coche. Pero la continuidad en el tiempo de dos días alternos acudiendo al Tajo era digno de remarcar. Desde Carrascosa de Tajo, el camino hasta el río era muy complicado para este coche de bajos tan "bajos", pero con paciencia llegabamos.
Prepararse era laborioso pero tranquilo en esta época donde el ambiente de Abril, no invita, por ahora y por desgracia, porque el cambio climático nos está castigando ya con unas temperaturas que destruye los ciclos.
Una vez en el agua, y regulado el cauce por una presa que tendrá su sentido pero que convierte ya en este punto y casi hasta el final, el río en una sucesión de aguas tranquilas, con pequeños momentos que rsecordarían lo que es la eencia de una cauce fluvial, ya menos salvaje, pero rebelde y bello.
Muchos años viajando, con compañeros, a veces, amigos que nos dío muchos momentos difíciles, pero que ahora en ese agua domada, te permite un tiempo de felicidad.
Si, la inscripción sería aceptada, porque la tierra se había impregnado en el coche, que se había negado a ser lavado por jabones en un pueblo que no debe recibirlos.
A cambio, contar que el conductor tuvo esos momentos muy felices y el coche lo sintío así.
Jugar en el agua con las corrientes. Poder remontar un río, leerlo, mecerte. Amar lo que fuimos y lo que se impregnó en nuestras esencias
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