Hoy he recogido un paquete del Rincón. Ana ha dicho que era un pequeño regalo.
Tenía su peso, por la cabeza se me ha pasado: ya veras un trozo de madera para sentarme y contemplar la vida, por supuesto, slow
Una piedra, con un pequeño trazo; no claro, no, ni por un momento se me ha pasado que la pusiera para tirarla, quizás si para arrojarla sobre el Henares y pudiera ver todas las ondas que provoca el Berlín de nuestro río.
Podía ser un trozo de rueda. Si, si, tengo que dejarlo. Lo del coche, debo abandonarlo ya. Mucho animal suelto, mucho camión hasta Alcalá. Ese trozo sería un mensaje.
Me he aguantado hasta casa. He colocado toda la compra y a ¡por el regalo!
¡Un libro!. Me han regalado las experiencias, las vivencias, las investigaciones de una persona. Encima de Benito Pérez Galdós. Hubo una época que habiendo leido mucho, no me daba cuenta de lo que me producía, de donde me metía, de lo que me destrozaba en algunas de mis seguridades.
Un libro es comprar un ticket para embarcarme, aunque sea en el Titanic, pero donde puedo poner el remedio para que no se me hunda y sin embargo, pueda seguir oyendo la orquesta, vivir un amor en cubierta y mil sueños hechos realidad en los camarotes.
"La incógnita", me dicen que vuelve a leerse a Benito Pérez Galdós, 50 años de literatura, de exploración.
¿Con cuentas cámaras enfocará "a contrapicado" de lo usual que se exponía en lo oficial?
¿Su altrantran canario se posará sobre una palmera sobre la que emprenda nuevos viajes?
Los ecologismos de aquellos tiempos me dirán que no serían tan necesarios como los de ahora ante la hecatombe de nuestro consumismo actual.
En el sofá donde reposara el escritor, tiempo después las "abriendo fronteras" se harán eco de la necesidad de apoyar, ante todo, al ser humano.
Un tesoro, eso me han dado hoy en el Rincón.
Oro por las palabras que me donan
Platino, por los mundos que reponen mis lesiones
Cobre; porque me transmite con fidelidad, los mundos que alumbran mis oscuridades.
Vaya, Joserra. Vamos que nombrarme en uno de tus libros. Para mí que lo rapeo.
¡Prepárame los grilletes!
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