Escrito encontrado en una botella recogida en el Mar Menor. Procedo a leerlo delante del juez, del dueño del chiringuito donde me tomo esa cervecita fría, con una ración de gambas que me revive tras horas de hacer windsurf, y Juana, la dueña de la vela que me la ha tenido que dejar, porque ¡oh, cielos!, la mía era de 7 metros y el viento de leveche, era muy fuerte. La suya era de 5 metros cuadrados y si que podía soportar la fuerza ejercida sobre ella.
También, me he girado segundos antes de empezar, y ahí andaba el migrante que acaba de llegar. Me ha hecho una señal de condescendencia para que continuara con mi tarea. Por un momento, me ha pasado como un rayo, un pensamiento: ¡joder que poderío!
Empiezo, me trastabillo; nunca he conseguido empezar fluido.
Tose el migrante, le miro, me enoja que me despiste; está señalando a Luisa, increíble peluquera que me trata la cabellera como un tesoro. Le hago otro gesto. Vaya bronca, luego del administrador. Me recrimina, que no le haya llamado, que puede tener una información esencial sobre la guerra mundial, la segunda, me aclara. Es un estudioso de ella; cuando finaliza su día lleno del control de muchas de los edificios de la ciudad, se sumerge en la lectura y estudio de los más diversos libros que pueden caer en su mano. Tiene un cuarto, lo he visto, con "post it que enlazan personajes, empresas, locura, bajezas, criminales que como personajes de Chuck Palahniuk diluyeron su canallismo, su amoralidad en medio de justificaciones que todo aquello le había obligado a actuar como lo habían hecho.
Al lado del Administrador, aparece el del butano, le voy a encargar una botella; mañana sube el precio. Cuando se lo voy a decir, se acerca Antonio, muy bajo, me dice, no digas nada, aunque me hayas visto que venía de la mano con Salus. Te diré que no sólo tengo una habitación donde intento encontrar todas las conexiones para los porques y los quienes de esa criminal guerra.
En otra, la gente me está pidiendo que continue leyendo. Él, a lo suyo, he puesto también papeles de las personas que voy conociendo en mi labor de profesional.
Gentes sin recursos que se ofrecen a los más diversos actos; dueños de diferentes empresas que quieren anidar en mi habitación.
Por fin, como el introductor de la obra de "Shakespeare in love" suelto mi voz y leo el texto:
No hay tierra sagrada para los vencidos. Autor Javier Martin
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