Puedes empezar a mostrar el sendero para llegar al pico más alto de tus justificaciones.
Consigues equiparte con bastones, con las botas que tengan unas suelas que te lleven hasta la cima este húmeda, nevada o con desprendimiento; con la ropa, tan técnica que no te sorprenda ni una tormenta súbita ni una granizada abolladora.
Una GoPro, cámara que llevan hoy ciclista y motoristas en el casco, puede haber grabado una estupidez; un adelantamiento a un coche, que ya no importa su mala praxis en la conducción, para quedarse cerca de una moto a la entrada de un ramal.
Se vuelve y señala la locura. Despiertas del momento de la ira que has ido labrando durante unos minutos. Cómo en "El extranjero" de Albert Camus; quieres acumular cada una de las justificaciones que vas construyendo, dándolas la estructura de una bella razón:
- El no dar el intermitente en el último momento cuando tu ya estás llegando, aunque intuías lo que haría y no has insistido en seguir tu ritmo. Como al llegar a la rotonda para llegar al km. 103, ya de noche y ves cruzar un corzo, frenas, porque sabes que detrás de uno viene otro u otros y te sirve para evitar otro choque.
- Como Meursault, puedes llevar en el inconsciente la mala praxis a la hora del remate de una obra requerida o de una toma de medidas sobre tejas húmedas; nunca pisarlas en esas condiciones, diría el tío.
En una máquina que eres tú, en ese momento, debes taponar el minúsculo agujero que da salida al respeto al otro. Ese poro, te deja a merced de la circulación de las bilis corrompidas que te coloniza.
Si hubiera estado encendida la GoPro, pudiera haber grabado el despertar a la vergüenza, por ese venenoso y dañiño instante de eterno daño que se hubiera podido producir.
Tu prolongación expulso un acto para seguir conociendo los acantilados a los que nos asomamos
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