John Patrick Shanley escribió y dirigió "the doubt".7 No es mi caso, aquí en la isla olvidada cercana a la de Robinson Crusoe decido algo menor. Las mareas son muy fuertes en estas aguas del Pacífico y no llevando un año, me veo obligado a pegarme grandes zambullidas, porque ahora, en Septiembre, son las más impresionantes, muy diferentes a las de Junio.
Pudiera parecer fácil, en medio de una naturaleza tan exuberante, crear un podcast sobre la felicidad, pero no es nada fácil vivir como foca, en medio de unas aguas infestadas de tiburones. El último día confiado a que en el último momento el agua se quedaría en un palmo, donde había escondido mi tesoro, incluso me permití el lujo de vacilar a uno de esos escuálidos.
No, no es broma el susto que me pegué, por el lado derecho, la ola, más grande, le permitió casi surfearla de tal manera que cuando estaba a punto de sacar aquella belleza, me ví desgarrado entre los dientes de ese insaciable asesino. Fue, hacer un último esfuerzo, desprenderse el coco que había guardado como el mayor de mis tesoros e incrustarlo en la boca abierta. Parece ser que lo comestible se defendió por el ataque por las dos vías, tan improbables en los animales bípedos. Se los amarro de tal manera que estaba en medio de cerrar o de abrir su asesina boca.
Esa situación me dio un tiempo para agitar mis aletas, pero sin pasarse; ahora soy de poco sobresaltos y subir en la piedra sobre en esta ultima época estoy haciendo todas mis reflexiones. He decidido darle el nombre de trono filosofal, por lo bien que me siento.
Cuando se lo he contado a mi amigo el león marino, se ha sonreído. Ya sabes de mis heterodoxas salidas. Me comenta que él tampoco sabe hacía donde hubiera tirado. Por un lado, con su peso, y eso que me dice que va a gimnasio y está "a plan", piensa que se hubiera quedado varada a la vez que el tiburón, pero que hubiera tenido la ventaja de que mientras él podía subir la cabeza para que desde arriba, atacar con sus dos magníficos colmillos. A este último, el agua no le daba para su abertura para atacarle. Pero claro, el más mínimo oleaje le podía dar margen para terminar de morder, con las consecuencias que todos conocemos.
Dice el rey, venido a menos en el agua, que la otra solución hubiera sido mimetizarse entre las rocas, a las que había conseguido imitar en su color y textura.
Le corroía la duda que pasara lo de siempre. Llega su vecino, el pulpo, y le tocara por partes diferentes lo cual ante la cercanía de su enemigo le hacía entrar en pánico.
No le valía que luego le muestre que en este momento sólo tenía tres patas. Siempre se le olvidaba. Su enorme cuerpo grasiento, expelía un olor putrefacto, que le hacía dudar de si mismo. Como al vinatero le produce miedo que a todo su esfuerzo, el vino que va a trasegar parezca haberse perdido. Entra en pánico.
De todas maneras, estar en esta situación, es mucho mejor que cuando estando en las manos de esas bestia, que se dicen humana, iba a recibir un palo en la nuca como habían hecho a sus hermanas. Sólo la libró que uno que se decía amigo de la bestia, le dijera estas como lo que es este bicho.
Vaya enojo, no podía imaginar que la autoestima entre las mentes pensantes, estuvieran tan baja
En cuanto me ha soltado para ir a agredir a su semejante, que así le veo. Yo, ya en el suelo, he puesto "las aletas en polvorosa".
Si me dicen hace un mes, que la duda ofende. Yo le hubiera dado la razón, pero claro. Hoy, sin ser violinista, cualquiera se asoma al abismo. Una nota mal dada y la teja rota te puede llevar consigo.
Yo, por si acaso, escribo a la foca que llevo en mí. Si alguna día tocará la botella las melodías bizarras, creo que sabría que hacer.
No sé porque tantos tejados se hunden, si son solo dibujos animados
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