lunes, febrero 08, 2021

El plato y la cabra montesa

 Al llegar por la mañana, coge el pincel, la tinta indeleble y sueña con personalizar ese plato

En aquellos paseos por pequeñas vegas rodeadas de las escarpadas elevaciones impregnadas de pinos y sabinas, había visto la exótica cabra montesa. 

Es majestuosa y en ella, bella,, un ser único; de inmediato al llegar a casa, dibujó un cuerpo esbelto, coroñado con su colosal cornamenta

El vecino se lo ha pedido con insistencia. Quiere tener algunas de las joyas, porque le considera un genio. No, no por venderlas en un futuro; no es su caso. Carece de la humildad suficiente para vender algo que en un momento determinado, había considerado maravilloso. 

Si, dentro de un tiempo, el artista del plato no evolucionará como él espera, hasta convertirse en genio; pero se convirtiera en un ser comercial, de éxito efímero. Lo conservaría aún habiéndole decepcionado.

El artista me lo cuenta divertido. En cantidad de ocasiones, a horas que pudieran ser  tomadas como intempestivas, ha llamado a su puerta e incluso la ha aporreado, con una vehemencia que en los primeros tiempos consideró excesiva. 

Tiene muchas decepciones, en su vida diaria, con especial atención a la política, siempre ha buscado lo que se le prometía como orden. Me hubiera gustado que llamarme a la una de la madrugada para contarme sus decepciones en ese aspecto. Lo hubiera considerado una falta a ese equilibrio que decía defender.

Al darle un gran plato, vive sólo, para que toda su comida, vegetariana con olvidos alcohólicos, cupiera en él. Le ha costado esbozar una sonrisa.

Por supuesto, me ha dado las gracias. Como persona es excelente. 

Mira dentro del plato, se sienta y si, me pide una cerveza, esa que todos añoramos. Le saco la Chimay, mi buen amigo Jacques me sonrie.

Ha esperado a que llegara con la bandeja para decir: ¿Ves los cuernos que me has dibujado?

Me quedo en silencio, durante varios días los he trabajado y he conseguido con un nuevo material que me aportado Miguel Ángel darle una textura que lo acerca, muy mucho a la realidad.

Si, ya sé, continúa, has conseguido dar vida a una de las mayores cornamentas que se pudiera diseñar.

Su fortaleza, su recorrido inverosimil, retorciéndose hasta lo sobrenatural, su mimetismo con las dos rocas que tiene detrás. 

Todo es magnífico, me repite, dándome un abrazo robado. 

Sé que lo ha pasado mal en la última época; esperanzado con mil y un proyecto que se le presentaban en sociedad, como hacen en determinadas sociedades con quienes cumplen 18 años, para decir ya estamos a disposición. Él asi lo creía de quienes en magníficos papeles, anuncios, twitch y otros medios le daban paso a una sociedad transformada.

Cuando puede retomar la palabra, me confiesa, se hunde: el engaño recibido por parte de a quienes les he sido fiel, es superior a tu exhaustivo trabajo. 

Veo las puntas con las que has matizado el final de ese recorrido divino y lo creo insertado en mil partes de mi cuerpo, además empozoñados.

  Saber que los mios pagaron a un vocero para que engañara sobre el mayor atentado de la historia. ¿Tiene nombre? ¿podemos poner limite a su magnitu?

 Conocer que su excisión, también atiborrada en dinero, se somete a las guías de sus dueños para distinguir a los Williams, Savanes, migrantes con fortuna, de la mujer que da una lección de claridad mental y por supuesto de enojo, entre los plásticos de los poblados adyacentes a nuestras tomateras invernales que sacian nuestros egoistas caprichos. ¡quieren que odie a un ser humano, por pobres!

Aunque le roben su trabajo, no ya la dignidad, aunque le traten como a bestias.

Ha sacado las cervezas y mis apreciados panchitos de la bandeja. La ha tirado con una violencia inusitada contra el suelo para dar a entender su rabia.

No, el plato, lo conserva. Le recordará muchas cosas. También, la cabra montesa


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