No me gustó; hice lo que no había hecho nunca, ver los seis capítulos seguidos. ¡Qué bestiada! sobre todo para el día siguiente. Quizás porque ha sido una semana rara, dura, emotiva, recordadora de muchas cosas y muchos años.
Y sin embargo, ya ayer, ya esta mañana iba concluyendo que era falsa, que había cogido tópicos, los habían ido exponiendo y había creado un entorno que parecía sugerente y sin embargo no tiene cimientos. Son cosas volátiles, no creíbles: una policía que, sin pasado que conozca, en un entorno cerrado, de un pueblo marino que no parece muy grande se desmadra, sólo tres horas, cuatro horas, donde en una pared en la parte de atrás de un pub, obtiene el sueño de cualquier perro callejero: aquí te pillo, aquí te cepillo.
¿Quién no lo ha soñado en los otoños dónde en la berrea, la cierva esparce el aroma que subyuga al bello ciervo metido en ciertos de desequilibrios de, entre otras cosas, promiscuidad?
A partir, tópicos padres volcados en trabajar, en ser eficientes cada uno a su manera, que tienen a sus hijos-as colgadas de muy momentáneos, imparables desequilibrios que pueden abocar a pozos sin fondo, ni asideros. Sin embargo, un día, puf!, el cielo y la cordura se abre. Menos la mía como espectador que arrastra sueño para rectar por el día
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