jueves, mayo 21, 2020

El abrazo en que se entrega. A Miguel Ángel Bernal Ballesteros


Su obra bella, para que me acompañe. Su abrazo, como decía un amigo, había perdido ese miedo social a la entrega al amigo querido y así los daba. Te llenaba de cariño a mí, le conocía poco. A las personas de grupo les envolvía, como seguro ahora les envuelve tantísimos instantes compartidos. Cuando los imposibles se deshacían en una juventud sin fín.
¡Cómo le admiro!, ¡Cómo le quiero!. Cuando le conocí su espíritu estaba enamorado de Manuela, a la que se entregó, antes y después de su primera enfermedad.
Se me van compañeros de la enseñanza, Jesús Escamilla, mi maestro, Juan Iriarte, el navegante en libros, Miguel Ántel Bernal, explorador de nuestras profundidades.

Será que el barco busca puertos, y el espíritu navega por los mares violentos de las nubes rebeldes y se sumerge en las aguas que nos calmen tantos fuegos. Allí, compañero en los vientos que me embistan con los quereres, con los miedos te buscaré. ¡Cuántas sirenas clamando a sus arrecifes y tú allí, sentado porque una diosa te calmó para ser interprete.

Si, para mañana, todo acabará, hoy os buscaré entre lo que me enseñastéis. Ayer, saqué un momento la cabeza de la oscuridad del pozo, para lanzaros mis besos, encontré en vosotros la fuerza de destrozar las lianas que nos buscan retener en las profundidades.

Hoy Manuela, le acompañare con mis pasos pesados en su inmenso "cielomar". Y aquí, en este instante, en los siguientes millones de instantes, mi cariño, mi apoyo.

Cuando hoy, el violin de "murder most foul" de Bob Dylan, me meza para hacerme ingrávido, Juan y Miguel Ángel agitarán mis músculos para convertirlo en el amor de haberlos conocido.

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