jueves, mayo 07, 2020

Estaba sentado

"Dejaréis de ser héroes cuando la gente no tenga miedo, cuando a los políticos les interese. Ahora sois carne de cañón, por eso os llaman héroes", dicho en "Senderos de Gloria" de Stanley Kubrick

Tal cual, como esperando que hubiera alguna solución nueva para el viaje que queríamos emprender. No parecía fácil porque aquel Elefante había llegado hasta nosotros con un ruido que en nuestros siguientes pasos no podríamos realizar. A no ser que nos diera igual que se nos echarán encima aquellos abejarrucos que tenían una pinta horrenda.
El caso es que no estaba del todo satisfecho aquel verraco de los avisos que había ido recibiendo de forma sibilina. Los sabios del grupo siempre introducian unas palabras de sensatez, que no se estaba seguro si era una autollamada de atención o quería ser una predica desde sus púlpitos.
Por ello, salir en dirección a la salida del Sol, hubiera sido la decisión más lógica, pero no parecía que aquella noche tan profunda y metidos en un bosque espeso, tras más de una vuelta que ellos no habían percibido, se pudiera partir, tan sin luz, hacía lo más siniestro: Pensar.

Ahí sentía que las ansias le iban ganando, no lo había hecho en su vida más que para ser el mejor en lo suyo. Admiraba la fachada en otros, como si esos hubiera necesitado hacer el mismo esfuerzo que él había empleado.  No era así, y llegar a aquella isla nueva le daría una lección que pensaba que no recibiría en su vida. Tan acostumbrado estaba a ir siendo símbolo de entrega, de superación, de dominio de si mismo.
No aquel niño que bailaba, somnoliento, hechizado, descalzo, podría haber sido un motivo más para su exhibición de caridad para con los desfavorecidos. Podría incluso haberle llevado a su Academía para que allí tuviera un trabajo "digno", favorecido por tan gran corazón.

Lo que le dijo fue breve:

En uno de los productos que publicitas estan muchas de las causas de nuestra pobreza. Renuncia a ese dinero con lo que lo legitimizas.

Se volvió, soberbio, ese día había visto lo que Marc Gavalda, contaba en su libro, el empobrecimiento, por su riqueza, de la que se desprendía en migajas.

El chico sólo quería respeto en su tierra. Algo que aquel divo, sabía que no podía conceder. Se sintió tan atado. O quizás busco otra luciérnaga

                                                                                                                        Imy too much

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