miércoles, mayo 13, 2020

La isla de Hydra, tés y cervezas

III Primavera Caleidoscópica. En su página encontrarás el enlace a "No name kitchen", para colaborar

Cuando vemos a nuestros mayores, tuvieron mucho trabajo, lucharon con todas sus fuerzas para salir para adelante, ellos, pero sobre todo su familia. Seguro que, también, tuvieron su Isla de Hydra, su lugar para el amor, para sentirse infinito, para creer que todo el tiempo les pertenecía.

 Viendo el documental sobre la relación de Leonard Cohen y Marianne encuentras ese punto de conexión, cuando dos vidas convergen para crear un mundo nuevo. Existió una vez vida antes, esos momentos los llevas en la mochila de tus acciones, pero, por arte de magia, allí para todo ese pasado, se emprende un viaje de dos vidas paralelas pero que ahora deberán colaborar para llevar las dos velas, el timón, mirar el catavientos, leer el viento que llega y ajustar las drizas para que las ceñidas (la capacidad del barco de navegar lo más cercano al viento en contra, porque dentro de este no se puede navegar). Te descubres fuera del trabajo que es una necesidad para sobrevivir. Encuentras tu parte creativa, tu amor correspondido que te hace romper las barreras de la inseguridad, de lo desconocido y te descubres en otro estadio, siendo tú, como no lo habías sido antes. Si el puerto de Hydra está justo de donde viene el viento, sabrás que con tu compañera puedes hacer "zigzag" hasta llegar a él. Cuando ya, en la última ceñida, vea que la inercia te lleva a la boya, en total sincronía, tendréis que no perder ese último rumbo y bajar las velas, con rapidez, no sea que aparquéis en mitad del pantalán.

El mar, cerca y preside todos nuestros actos; el azul concedido a Ulyses, se apodera de los náufragos, de los exploradores de una vida auténtica, entonces; ahora, un escaparate donde intentas atrapar lo que aquellos seres captaron en la esencia de los primeros habitantes sorprendidos por recibir a quienes se maravillan de sus cadenas de acciones cotidianas. Ya, aquellos habitantes, fueron viendo como podían vender su tesoro y quizás soñaron que podrían atrapar otras bellezas en las ciudades que también tenía sus expositores. Pararse en esas apariencias, retenerse en un puerto, cuando debes navegar, no es lo más conveniente. No conocerás otros vientos, otras ensenadas, otras olas

Barcos, con sus velas, si barlovento por estribor, a babor, drizándolas si el viento aumentaba, bajándolas cuando el viento se convertía en un Eolo enfurecido rizado entre las islas que ponían su blancura a disposición de los colores de las pujantes vidas.

Y sin embargo, ese tiempo allí, se acabó en su estancia y permaneció en la mente y en el corazón que añora la belleza; como nos quedamos en las canciones de Cohen, como en la bonhomía de Michael Robinson, como en la cadencia infinita de "Murder most foul", como en las conversaciones en inglés, enfrente de quien es bella, no sólo en sus actos o en la transición del invierno a la primavera que me ha dado este tiempo en Huetos; solitario, encerrado, también exploratorio, también para amarlo en su naturaleza que explotaba a la vida.

 No siempre los mares en los que vivimos, son los plácidos que nos muestran el documental. Sonita, en el documental; Sonita en la recreación que nos hizo para "La III Primavera Caleidoscópica", Marta Marco Martialay tuvo que encontrar la belleza del amor de los suyos, viviendo entre las tormentas y los huracanes de costumbres ancestrales y de necesidades familiares que destruían la dignidad humana.

En el puerto en el que está ahora, seguro que añora los abrazos de los suyos y el cariño de su madres, cuando aún no la veía como un salvavidas; capitana en aquellas tempestades, ahora se forma en otros océanos, en otros peligros; siempre, tendrá el faro de sus hermanos, de su juventud vívida, aunque sepa que alrededor corrían los tiempos de sumisión, como en aquella isla paradisíaca la mente necesitaba también sus cavernas para refugiarse de lo que no se podía controlar.

Pocos, en aquella isla, pudieron ser coherentes y mantener las instalaciones de sus casas sin caer en la sumisión de necesidades cada vez más crecientes.

Oskar Kov, con su canción cedida por unas semanas para la 3ª Primavera, nos invita a que contemplemos a aquellos que luchan en aquellas fronteras"para ser fuertes, porque todo va a llegar".
No existe tormenta perfecta que duré un infinito, a no ser que, conociendo su fuerza, te hayas embarcado con un barco que no reune las condiciones.

Esos días, en el puerto, repasa las drizas, las velas, el barco. Como en las fotos de Varinia G. Fuica, Nueva Orleans también ha sido masacrada muchas veces, porque a la pobreza, "pareciera que no se les debe dar unas condiciones dignas de vida". El espíritu de tantos "Doctor Jhon" con sus músicas también vuelven a hacer navegar a un pueblo después de tantos huracanes y otras desgracias que las malas infraestructuras les penalizan más.




                                                              Imy

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