"Lo más aburrido del mal es que a uno lo acostumbra".
Sale vestido, después de haberse perfumado, eso es lo único que le distingue en su rápida mirada al contenedor que brilla impoluto, en el orden del dios de las apariencias. Las alfombras de los Medios esconden la hediondez de sus actos, sacrílegos, si creyeran en el dios con el que anematizan; inhumanos para quienes observamos la malicia de batas improvisadas con las que quieren enmascarar sus traiciones a los valores que les dice representar en sus colores.
En la tele, un saltimbanqui ameniza las calderas de vapor de la mentes que las desvergüenzas comprimen hasta hacerlas incontenibles, dándoles rienda suelta en las espitas que todo ser humano necesita abrir para ejercer su capacidad de raciocinio, ante el chorreo de desvergüenzas, perfectamente medidas y aplicadas en dosis adecuadas..
Locura absoluta, un patán sin escrúpulos, con actos invitando a lo criminal, ataca a la razón. ¡Qué más puede aspirar el rico que necesita activar los ventiladores de las excrecencias para que su dictadura de beneficios eternos con manos bañadas en prebendas sangrientas, sean olvidadas!
Defender este tiempo a los que en medio de la basura que esparcen los adocenados perfumes, es una necesidad de compromiso con un equilibrio que siempre fue subvertido por arietes a los que extrayendo el cerebro, les pusieron tres ideas sobre las que pastar: sin personas y como objetivo a asaetear: seres, con tres males que les convierten en el horror absoluto. Bestias con dentelladas a esa ausencia que nunca han sufrido, ni sufrirán.
Males locos que les pusieron en capa a destrozar, mientras les desaparecen el respeto con los que incluso, siguen desfilando
Somos animados a pequeños robos, primero; para que les aceptemos grandes robos de poderosos y para que en esa hermandad, vean a quien debiera reclamar el sentido de la verdadera patria, se extasien como uno de los de ellos, sus enemigos, a destrozar sin concederles el derecho a construir de otra manera.
No te ofendes decían en el Padrino, "no es nada personal, es el dinero". Ahora nos recuerda Javier Gallego: "en las cacerolas golpeadas, se juega mucha pasta", es el negocio amigo, Sólo el de ellos, tu tocas palmero, para mantenerles risueños, siempre los hubo, incluso con gatillo, que se jactaban de apretarlo para matar el conocimiento y amartillarse a ser bazofia
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