lunes, mayo 11, 2020

Los Nadie y el Cíclope


Sucedió hacer muchísimo, muchísimo, muchismo tiempo; lo mismo aún estaba en Marguapo aquel hipnotizador de ojos vacíos, luciendo su esbelto cuerpo escupido con sus palabras cínicas. Nosotros, por no variar, nos salivábamos con las gracietas de una, con los puños teniendo miedo al agua del otro, o con los sinsentidos de haber vivido 20 años a la sopa boba, metiéndose una pasta de ganso, de otros.

Arqueábamos los ojos, como frunciendo el ceño, de pensar que ¡uy! que bobada más grande. Y entonces nuestros razonamientos subían a un estadio tan elevado, que, al final, nos veíamos grotescos por haberle dedicado, ni siquiera tres segundos a encaramarnos en hierbajos.

¡Qué impostura! decíamos del otro, pensando que eso nunca nos pasaría a nosotros, tan ecuánimes y de repente sentíamos que el hecho de pensar en la desbrozadora, fuera del día de su uso, era un acto insustancial en el que habíamos caído.

Pretencioso elemento, erigirse defensor de quien arrojaría al cubo de la basura, y ahí andaba yo llevando ese estúpido armatoste para mofa de mi autoestima.

Y así, una y otra vez, nos han sacado a todos los títeres a la vez y ya que hemos pasado tanto tiempo encerrados pues nos hemos acostumbrado a hacer de espectadores del vacío y tertulianos de la nada. Lo bebemos con una vehemencia de beodos.

Y ahí están los Nadies, aventureros, osados, magníficos navegantes, intrépidos defensores de grandes divisas de sudones multimillonarios.

No aparecen, no se les nombra, pasan desapercibidos de dónde sacan el dinero; pero luego, se exhiben ufanos, marcianos inalcanzables para nuestras mortales entendederas.

Cuando nos damos cuenta se han escapado a nuestros escrutinios y tienen todas los rentables servicios públicos a su cargo. Habiéndose portado con las personas que deberían cuidar; como unos niños jugando a la gallinita ciega con bizcochos pringados en chocolate, todos manchado y ninguno harto del exquisito manjar.

CTXT. Los Nadie que escapan como corderos. Artículo de Miguel Mora y Gorka Castillo

Esos Nadies inalcanzables, nos mandan a sus bufones, como a mí me mandaban al pasillo de pequeño, con alguna torta de más o menos, por payaso, quizás también, a destiempo. Luego descubrías que lo que querían ellos, los monitores, era tener su momento de asueto y de fiesta. Y los empresarios, sus barras libres para seguir enriqueciéndose.

Lo decía Juan Carlos Monedero, lo habíamos leído de Chomski y lo reflexionamos tantas y tantas veces: los grandes ganadores, cuando se habla de sus minas, entre estercoleros de decencia, no aparecen. Por eso, mientras, se ríen, no de las barbaridades que mandan decir, sino del tiempo empleado por los telespectadores por intentar discernir el significado de las capas que les lanzan al suelo, sin darse cuenta que encelados con ella, que desde arriba les viene el degüello.

Táctica de los Bannon’s boys, soltarlas cada vez más gordas. Nuestros tres comediantes, saben su función y sobre todo saben que siempre serán recompensados. Han atraído la atención sobre ellos, misión cumplida, pueden regresar satisfechos a los comederos.

Si alguna vez a nosotros, “ los alguien”, nos sacarán de nuestra caverna, donde nos proyectan con lo que nos han enseñado a salivar. Nos encontraríamos desorientados y desvestidos de toda etiqueta, y nos mostrarían tantas y tantas barrabasadas, quizás, entonces, nos quedaría dos cosas:

¡vamos a ser payasos todos! (no sabiendo que eso es reparto para exclusivos y elegidos, mientras hayan demostrado carecer de vergüenza)

Olé sus gónadas toreras de esos D. Nadie!; yo, ¡qué me alimente del aire!

Artículo en CTXT, de Eoghan Gilmartin Jacobinmag. El derrame de las privatizaciones

Si nos atreviéramos a unirnos para salvar lo que atisbamos, el vértigo de ser nos haría masa imparable, pero eso nos pilla siempre tan cansados y dudando de los de al lado. Porque de los de arriba, ¡ni se nos ocurre!



                                                                 Imy too much

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