viernes, noviembre 29, 2024

Nada ando

  Se cae el tiempo, sin haber descubierto remedio para retenerlo, a no ser recrearte en los más bellos  episodios o los enervantes instantes que recreas o adormecido o enfervorizado por las manos que parecieran, reales, y recorren tu mente, exploradoras e insaciables.

  Existe la música de reuniones que se sucedieron durante años; está al otro lado de la oscuridad.

  Metido en una sala, alguien la escucha, en forma de banda; acudió orgulloso de su trabajo para enfrentarlo con todos los demás integrantes. 

  Se materializaron dunas, con ganas de arenas movedizas; parecía la primera Sandpaper ballet, asequible y una oportunidad para integrarse en el grupo. Resultó ser un áspero comienzo para la noche que se avecinaba. Demasiada bella para ser respondida en el mismo tono, cuando enfrente existe unos incipientes conocimientos y un tratamiento irregular. 

   Sólo unas horas después se aprenderá que la traducción sería el ballet del papel de lija y que esta, se convierte en una parte más de los sonidos que van a adornar esos tres largos minutos. 

    No todo resulta ser igual; como tantas cosas se utilizan ahora, en los debates Broncano Motos o fascista antifascista; se debe entrar en lo profundo de las dicotomías, como se entra en la canción, para reescribirla para tí.

   Existe un océano; un catamarán se hace al océano en Lorient, es espléndido por bello y por grande. Sólo va un tripulante pero a cambio la dificultad en que te han puesto dos velas; el foque, también es una gran vela, si más pequeña, pero a la que se tiene que atender y dar su importancia, porque sino en una maniobra tirará la embarcación.

  En tierra se queda quien ha alquilado el barco; sabe de la destreza de ese esporádico patrón pero le da los últimos consejos; el osado navegante sabe que aparece en un lugar donde nunca práctico. Unas prácticas en casa, dígase un pantano y en sus alrededores, un Mediterráneo con sus extrañas violencias y sus cotidianas calmas, no es lo mismo. 

   El Atlántico, ese extraordinario corcel, transitaba en unos días donde las costas inglesas mostraban sus días. Aún así los movimientos de ese salvaje catamarán respondía a la más mínima recepción de viento. 

    Sandpaper ballet le pareció sencilla para un segundo saxofón solitario y herido en carencias; este mismo, cuando la escuchó en los demás de su sala, la describió como excitante; más tarde, en una plataforma la ve y escucha ser reinterpretada con una mezcla de humor y sabiduría por parte de una orquesta y unos cómicos con profundos conocimientos musicales. Entonces pasa lo lógico.

    El primero cae porque toda la información del catamarán era demasiado para un osado principiante, como él; un pequeño practicante con sueños de principito.

    Dentro de la aguas se siente débil, impotente por su herida, aún abierta y esperando que en algún momento llegue el propietario profesor y le diga porque no actúa y él, avergonzado

    No le confiese su herida y el desconocimiento de tantas cosas a las que quiere llegar, pero el profesor le diría, aprende lo fácil primero, en un optimist, en un pastinaca, pero no te metes en un Hobby 14, así a lo bruto. Navega y escucha las aguas y el viento, pero ten paciencia y ganas de aprender.

 

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